El viernes 26 de noviembre estaba acá en Buenos Aires –donde resido– en compañía de ciudadanos extranjeros, cuando uno de ellos me preguntó: ¿es cierto que han sobreseído a Cristina Kirchner en el tercer proceso criminal? Se refería a la causa tristemente conocida como ‘Los Sauces’ y ‘Hotesur’.

Con cierta indignación le respondí que no era así y no dijera disparates. Sin embargo, grande sería mi sorpresa y mayor mi vergüenza, cuando pocos minutos después me enteraba de que ello era cierto: el Tribunal Oral en lo Federal n.° 5, efectivamente le había dictado su sobreseimiento y el de sus hijos. Todo esto me hace acordar al famoso jurista italiano Piero Calamandrei, que decía que los jueces, tal como el mago de alguna fábula, tienen el sobrehumano poder de producir en el mundo del derecho las más variadas metamorfosis, y de dar a las sombras apariencias de eternas verdades, de convertir lo blanco en negro y lo cuadrado en redondo; de esa forma y de la manera que fuere, reducen la verdad a la sentencia que pretenden dictar. Vale decir que en lugar de adecuar la sentencia a la verdad, pues en eso consiste lo justo, adaptan esa verdad a la medida de lo que quieren sentenciar. Para muestra de ello basta un botón, o varios. Por un lado, tenemos los procesos a Cristina K. (con sus adláteres) y los escandalosos sobreseimientos y, por el otro, los denominados juicios de lesa humanidad, con las consecuentes muertes de ancianos inocentes en cautiverio en condiciones infrahumanas, luego de larguísimos juicios transformados en verdaderas farsas, con cientos de testigos que parecen tener una memoria prodigiosa recordando “detalles” de hace cincuenta años y sin que, al menos hasta ahora, exista un solo juez que al menos se ponga colorado. ¡Y no se vayan a creer que estoy mezclando las cosas. El denominador común es siempre el mismo: esa “justicia”... ¡Sigo avergonzado! (O)

Francisco García Santillán, abogado, Buenos Aires, Argentina