En el barrio del Centenario, que aparenta paz, silencio, hermosas casas cerradas con mallas, no se puede caminar, estacionarse a conversar, sacar a pasear al perrito dado que es objeto de asalto a mano armada, con cuchillo, pistola.

Los delincuentes cuando asaltan, quitan dinero, teléfono celular, chompas, camiseta, zapatos, gorra, audífonos, mochila y hasta su bonita mascotita. (O)

David Andrés Carpio, universitario, Guayaquil