Frente al cambio climático, las áreas verdes cumplen un rol muy importante en la calidad de vida de la población y la ecología urbana, por ello constituye una preocupación a nivel mundial y es imprescindible tomar acciones y concienciar para que no se degrade el medio ambiente.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un estándar mínimo para mejorar las condiciones de vida, es decir, se requiere una superficie de 9 metros cuadrados de áreas verdes por habitante (9 m2/h); no obstante, para la ONU–Hábitat, este rango debe comprender hasta los 15 metros cuadrados de espacio verde por habitante (15 m2/hab) para lograr un elevado estándar de bienestar de la población. Las áreas verdes comprenden el patrimonio natural que posee un territorio delimitado a espacios y zonas predominantes de vegetación como montañas, ríos, áreas lacustres o aquellos elementos provistos de infraestructura verde. Además, proveen de servicios ecosistémicos y beneficios, mejoran las condiciones de vida y el paisaje urbano, la interacción e integración social aprovisionando de oxígeno, controlan las emisiones de CO2, disminuyen la contaminación sonora, protegen el ecosistema urbano y la biodiversidad, regulan el clima, disminuyen las vulnerabilidades por inundación, protegen el suelo de la erosión, reducen la ola de calor, ahorran energía.

El índice verde urbano (IVU) como indicador mide la cantidad de área verde de una ciudad; en Ecuador es de 13.01 m2/hab, pero solo el 5 % de los municipios cumplen este estándar según el INEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos). Para desarrollar un nuevo modelo de dotación de áreas verdes se debe vincular la necesidad de áreas verdes a las personas y no a la superficie, tomar conciencia que a mayor cantidad de personas, mayor será el uso de espacios verdes. (O)

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Vicente Mera Molina, arquitecto, Portoviejo