De Ripley, en una ciudad carencial como es Guayaquil, donde falta de todo, se observan ciertos entretenimientos privados, nada novedosos, que no es que esté mal dar a los habitantes nuevos espacios de distracción, lo que opino es inconcebible, la conformación de ciertas alianzas con el Gobierno en contratos de inversión por más de $ 2 mil para diversiones que serían selectivas de los que las podrán pagar; y además con dinero de los contribuyentes.

¿Cómo está eso? Los ciudadanos aportan y la mayoría jamás tendrá acceso a onerosas distracciones. En la ciudad, la selectividad se la encuentra en la salud, educación, seguridad, vivienda, alimentación; se curan, se educan, están seguros, poseen techos y se alimentan bien los que pueden pagar dichos costos altos. Pero poner dinero el Estado para que unos pocos se diviertan mientras las necesidades básicas de las mayorías continúan ignoradas, no es equitativo. (O)

César Bravo Bermeo, médico, Guayaquil