Parafraseando un episodio bíblico, se podría decir que no somos merecedores del favor de Dios, pero una palabra suya bastaría para sanarnos, del COVID–19.

Lo que pasa es que uno de los requisitos para que Dios erradique de la tierra este virus es que tenemos que humillarnos y así solicitárselo; tenemos que menguar en la sobrevaloración intelectual y mental –naturales en el ser humano– que nos impide llegar a Dios en espíritu y en verdad.

El problema es conservar esos rasgos de altivez en el corazón y no dan lugar para doblegarse ante Dios y rogarle que nos favorezca en las circunstancias en las que vivimos. Lo primero que debemos hacer cuando nos acercamos a Jesús por alguna necesidad es pedirle que nos cambie nuestra manera de ser, con Dios y con nuestros semejantes; si no, nuestra religiosidad no tiene ningún valor ya que todo será solamente pura formalidad y apariencia. (O)

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Miguel Xavier Ulloa Paredes, abogado, Guayaquil