Las máquinas tragamonedas (“o conocidas en inglés como slots o video slots, son máquinas de juegos de azar donde se apuesta cierta cantidad de dinero para ganar un premio en efectivo”) han invadido nuevamente la ciudad y el país entero.

En mi opinión personal, un equipo de tragamonedas es, como por ejemplo, un expendedor de droga H para los jóvenes, que mediante la adicción en el primer caso al juego se está atrayendo a gente joven y convirtiéndola en futuros ludópatas, atentando contra el crecimiento mental y espiritual de ellos; y en la niñez, es peor, ya que un niño todavía no tiene su criterio formado.

He venido escribiendo opiniones como lector desde hace más de veinte años y creo, sin duda alguna, que es un tema de interés general para que abra la mente y despierte a las autoridades para que tomen acciones inmediatas en el acceso y uso de menores de edad a estas máquinas, y a este tipo de entretenimiento o de juegos, en la niñez, adolescencia, y en la juventud, que deberían practicar más artes, cultura, deportes.

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Mi abuelo el doctor Gil Barragán Romero, exvicepresidente de la Cámara de Representantes de Ecuador (1980–1981), ejerció el derecho durante muchos años, luchó contra esto y la terrible afectación que tiene en la sociedad, especialmente en los menores que buscan dinero o utilizan lo que les dan los padres para un lunch en el colegio, y se lo gastan en estos juegos de máquinas donde meten muchas monedas por querer “ganar plata”, y por la ilusión de ganar, al fin pierden, por lo tanto terminan embaucados, alterados.

Pido a la sociedad que estemos atentos y que unidos luchemos por los niños, adolescentes, erradicar en los barrios y lugares donde estén afectándose con actividades que no son propias para su edad. (O)

Javier Sebastián Barragán Rovira, abogado, Guayaquil