A los pequeños negocios y a las personas naturales les tomó de sorpresa estar en el catastro del llamado régimen impositivo para microempresas; sin notificación previa, este régimen tenía como objetivo simplificar la tributación de los pequeños empresarios y al final se convirtió en un objeto de recaudación que atenta contra la estabilidad de los emprendedores.
Una vez actualizado el RUC (automáticamente) y formando parte del catastro, se generan las siguientes obligaciones: declaración semestral o mensual del IVA, carga de anexos transaccionales simplificados, y la más significativa, pagar el impuesto a la renta semestral que consiste en entregar al fisco el 2 % de las ventas brutas, independientemente de si generen utilidad o no. Recordemos que tener ventas no significa utilidad, tenemos costos, gastos que cubrir sobre todo ahora que estamos atravesando una situación crítica por la pandemia a nivel mundial. El sector privado siempre ha sido golpeado, restringido, socavado. Es hora de que el Estado sea consciente de que este sector es el generador de empleo, lleno de personas trabajadoras que luchan a diario para sacar adelante sus empresas, dar trabajo y bienestar. Este régimen no ha sido comunicado con total claridad, existen personas naturales que hace poco se enteraron de que están en el catastro y ya tienen obligaciones vencidas. Deben ser conscientes de que no se debe aniquilar al empresario, el verdadero motor de la economía del país. (O)
Andrea Figueroa Gómez, 31 años, analista tributaria, microempresaria; Guayaquil