En pocos días amanecerá el año 2021, marcado por una gran incertidumbre y no solo debido a la pandemia. ¿A dónde vamos como país? ¿Quién lo gobernará? ¿Mantendremos la dolarización? ¿Haremos parte de la tasa de desempleo/subempleo, equivalente al 30% de la PEA (INEC, septiembre 2020) o al 50%, según otras fuentes?

En el 2014, Z. Bauman sostenía que la riqueza acumulada por las clases más ricas no se había filtrado en absoluto hacia abajo ni había servido para brindar seguridad y optimismo. Y es que el gráfico estadístico de la copa de champán que utilizó Naciones Unidas hace 30 años mantiene su impacto. Refiere la organización que los ingresos que recibe el 20% más pobre de la población corresponde a menos del 2% (tallo de copa), mientras los del 1% más rico crecieron del 18% en 1990 al 22% en 2016 (boca ancha) y podría alcanzar el 39% para 2050, por transferencias de la riqueza pública a la privada. Desde el 2008 se han duplicado los multimillonarios: “el 82% de la riqueza mundial creada en 2018 fue a parar al 1% más rico de la población que tiene cada vez más dinero, mientras que la mitad más pobre no recibió nada”.

En el Informe Social Mundial 2020, Naciones Unidas enfatiza que los niveles de desigualdad se han incrementado en países donde vive cerca del 66% de la población, lo cual exacerba las divisiones sociales y ralentiza el avance económico y social. América Latina es la región con mayor nivel de desigualdad, caldo de cultivo para violentas manifestaciones de protesta, como hemos atestiguado. De allí la importancia de insistir a los candidatos que incluyan en su plan de gobierno la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, especialmente el Objetivo 10 que promueve la reducción de las desigualdades y las disparidades de oportunidades, ingresos y poder.

En el Examen Nacional Voluntario Ecuador 2020, la Secretaría Técnica Planifica Ecuador da cuenta sobre el cumplimiento de la Agenda y afirma que la “relación entre el 10% más rico y el 10% más pobre (número de veces), pasó de 22,3 en 2014 a 23,2, en 2019, un mínimo incremento no favorable en la relación”. Por su parte, la Cepal indicó estos días que la recuperación de la región no se dará en su totalidad, ya que entrarán en juego la distribución y aplicación de las vacunas, la capacidad de los Gobiernos para mantener los estímulos fiscales, y su eficiente gestión en el manejo de las tensiones sociales. La proyección de crecimiento para el país es del 1%.

La desigualdad tiene que ver con el poder adquisitivo, pero también con el acceso a servicios públicos, atención en salud, educación, empleo, vivienda, administración de justicia, etcétera. Las personas en situación de vulnerabilidad son las más golpeadas y sin la existencia de hospitales como los de Solca y la Junta de Beneficencia, o de fundaciones como Fasinarm, que necesitan nuestro apoyo, no podrían acceder a los servicios que requieren. Desde la convicción de que percibir las desigualdades no basta para combatirlas, la sociedad civil guayaquileña es un referente de cooperación, cualidad que es sello de los grandes logros humanos. ¡Bravo, algo por qué celebrar! (O)