El mundo ha estado en vilo este año por la pandemia, a la espera de encontrar una vacuna que permita inmunizar a la humanidad contra el coronavirus SARS-CoV-2.

Gracias a los avances científicos y tecnológicos se han simplificado el diseño y la fabricación de la vacuna, y en un tiempo récord se han desarrollado varias; dos de ellas han recibido la calificación de los entes reguladores de ser seguras y eficaces y se ha dado inicio a la vacunación masiva en Reino Unido y Estados Unidos. Otros países están a la espera de ajustar la logística para empezar a recibir las dosis.

El Gobierno de Ecuador anunció ayer que la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa) aprobó que la vacuna desarrollada por Pfizer-BioNTech sea administrada y distribuida en el país. Para enero se espera la llegada de las primeras 50.000 dosis que se destinarán para el personal médico de hospitales que tratan casos de coronavirus, adultos mayores, centros geriátricos y sus trabajadores. Luego se continuará la vacunación masiva por fases.

Pero mientras una parte de la población mundial está expectante por acceder a la vacuna, circula en las redes sociales mucha información carente de fundamento científico que pretende crear rechazo a la vacunación contra el COVID-19, apoyándose en teorías conspirativas que sostienen que la pandemia no es real y que las vacunas no son necesarias. No faltan usuarios crédulos que amplifican esos mensajes, inconscientes de que declaraciones falsas o información imprecisa sobre la vacunación pueden obstaculizar el combate a la pandemia.

La red social Twitter Inc. anunció que requerirá que sus usuarios remuevan tuits que pueden resultar perjudiciales por contener falsedades o imprecisiones sobre las vacunas contra el COVID-19.

Difundir rumores sin fundamento, afirmaciones falsas o con datos parciales que induzcan al error –aunque la motivación sea humorística– resulta dañino para la sociedad. Es un deber ético y ciudadano no amplificar su alcance. (O)