En medio de preocupaciones inmediatas, como sobrevivir a la pandemia de COVID-19 y bregar por la recuperación económica, a nivel mundial hay otros temas que no están siendo debidamente ponderados, tales como el aumento de la temperatura en el planeta, las sequías, la erosión de los suelos, entre otros, que de no ser atendidos con oportunidad y de manera eficiente ponen en riesgo la supervivencia de importantes segmentos de la población, incrementando las migraciones.

Una noticia que pasará inadvertida para muchos es que desde esta semana empezó a cotizarse el agua en el mercado de futuros de materias primas de Wall Street, debido a su escasez. Con ello se prevé acordar un precio ahora para garantizar el acceso a ese recurso en un tiempo futuro, en caso de que empeoren las sequías y puedan verse afectados los grandes productores agrícolas. Esto trae aparejado el riesgo de especulación a manos de Gobiernos y empresarios.

El relator especial de Naciones Unidas sobre el derecho al agua potable y al saneamiento ha dicho al respecto que no se puede poner un valor al agua como se hace con otros productos básicos comercializados, argumentando que el agua es de todos, es un bien público ligado a nuestra subsistencia y un componente esencial para la salud pública.

Este es un tema de importancia suprema para cada individuo, que debe informarse al respecto para actuar como sociedad junto al Gobierno, en prevención de que en el mediano plazo la escasez del agua se agudice y nos alcance en nuestro territorio.

Una gestión eficaz de los recursos tiene implicaciones sociales, económicas y políticas que pueden abarcar decisiones en ámbitos locales y más allá de las fronteras. Se impone ser proactivos en torno a ese y otros asuntos realmente serios, como el cambio climático, el consumismo, la disposición de los desechos, el acelerado crecimiento poblacional y la gestión de los recursos que posibilita la supervivencia de la humanidad. Quienes están informados llevan la delantera. (O)