La sociedad como se la conocía hasta el año 2020 ha sufrido una transformación pospandemia SARS-CoV-2, evolucionando en los ámbitos financieros, comerciales, sociales y tecnológicos. Los países denominados del tercer mundo, y entre ellos el Ecuador, se han visto gravemente afectados por la fluctuación económica consecuencia de la recesión económica provocada. Por citar algunos ejemplos redactados en informes del Cepal, se habla de un desplome del comercio en un porcentaje del 16 %, además de una disminución de las remesas y la caída del sector turístico de cerca del 20 %. Esto implica que los pequeños negocios se han visto gravemente afectados, pues no solamente han disminuido su volumen de ventas, sino que han tenido que despedir a sus empleados.

Muchos países han optado por realizar préstamos para recuperar su liquidez, pero no para poder financiar proyectos que permitan elevar la rentabilidad estatal, lo cual evidenció graves brechas estructurales y carencias del sistema de gobernabilidad, así como debilidades históricas del sistema productivo. Por citar otros datos a nivel de América Latina, podemos decir que 38 millones de personas han caído en el desempleo, 215 millones de personas han entrado al cuartil de pobreza y cerca de 84 millones a la pobreza extrema. Se han cerrado más de 2 millones de empresas y la inversión privada ha sufrido la mayor caída histórica. Todo esto provoca que exista un decrecimiento económico marcado de cerca del 6 %. Pero no solamente vemos una variación en las cifras macroeconómicas, sino que la manera de operar de la sociedad y su manera de vivir también cambió.

Por ejemplo, la forma de realizar transacciones comerciales y bursátiles se ha transformado, de la misma manera se han desarrollado nuevos modelos de negocios de pequeña y gran escala, los que tienden hacia el sector de los servicios, apoyados en las herramientas informáticas de las tecnologías de la información. Entonces se puede concluir que cuando se modifica la estructura financiera y económica de una nación, su consecuencia más relevante es el aumento de la brecha económica entre clases sociales, debido al aumento del desempleo y las escasas oportunidades laborales. Por todo esto, es deber del próximo presidente del Ecuador, y por ende de todos los presidenciables, enmarcar su plan de gobierno a una reestructuración integral de la Constitución. Las nuevas leyes o el conjunto de ellas deben orientar sus esfuerzos a promover la transformación del esquema laboral basado en la inversión privada, trabajo equitativo y desarrollo industrial, mas no en modelos copiados de países desarrollados en donde la canasta básica cuesta menos que el ingreso básico.

Se deben innovar los temas de seguridad ciudadana fortaleciendo el castigo hacia el delincuente y favoreciendo el accionar de los jueces y policías, del mismo modo que agilizando los trámites para poder llevar a un criminal a prisión. Se debe reformar el sistema de salud, fortalecer la educación y los demás aspectos relevantes para poder reinventar un país que ya no puede más con tantos parches de ley, que benefician a ciertos grupos de poder. (O)