Para el diseño de una estrategia para salir de la crisis, hay quienes sostienen que se debe abandonar el extractivismo. Esto es cierto, si como extractivismo se entiende vivir de lo que produce el petróleo o la minería y postergar otras actividades productivas: lo que hemos hecho durante 48 años. Pero eso no quiere decir que abandonemos el aprovechamiento de los recursos del subsuelo. El Ecuador está en el primer plano del interés de las principales mineras mundiales y es el tercer país de América Latina en cuanto a potencial petrolero. En este medio siglo de petróleo, el país aún no ha hecho una prospección exhaustiva. El petróleo y minería dinamizan la economía, creando empleo y comprando a proveedores nacionales, con frecuencia de la comunidad. El país puede además producir insumos y desarrollar servicios para las actividades extractivas.

A partir de la dolarización Gustavo Noboa comenzó a hacer lo correcto, guardando ingresos petroleros en un fondo, lo cual continuaron Lucio y Palacio, pero que luego Correa se festinó. Hay que volver a guardar ingresos petroleros y mineros, que permitirán pagar la onerosa deuda externa, atender emergencias y financiar programas de apoyo a la población vulnerable.

También se critica a la exportación agrícola, acuícola y pesquera, aduciendo que hay que producir bienes de mayor valor agregado. Chile tuvo varias décadas de prosperidad y se catapultó a ser el país con el más alto nivel de vida de Latinoamérica gracias al cabal aprovechamiento de sus ventajas comparativas, con frutas, viticultura, maderas, acuicultura de salmón, entre otras actividades, complementando sus exportaciones de cobre.

El Ecuador es un gran exportador agroindustrial y pesquero. Es el mayor exportador mundial de banano, rosas, cacao de aroma y balsa, segundo de camarón y atún. Es cuestión de consolidar esas exportaciones, producir bienes de mayor valor agregado con base en esos productos, y diversificarse a otros similares, aprovechando conocimiento y acceso a los mercados. Se crea empleo tanto en campo como en ciudad. Gracias al gran dinamismo camaronero, en los últimos años ha habido importante inversión extranjera en plantas de alimentos balanceados para el camarón, incluso para exportar.

En tercer lugar, podemos prepararnos para producir bienes de mayor valor. Pero eso requiere inversión tanto en la educación y capacitación de la población como en infraestructura. El jueves, EL UNIVERSO reportó que el estudio English Proficiency Index ubica al Ecuador en último lugar en Latinoamérica en conocimientos de inglés. El problema no solo está en idiomas extranjeros. La educación, con excepciones, sigue centrada en la memorización. El elemento clave en la infraestructura es la digital. Hoy su importancia se ha tornado evidente, con el auge del teletrabajo y la educación en casa. Las autoridades deben favorecer y no trabar la expansión del servicio de internet y telefonía celular, para mejorar su calidad y bajar su costo. ¡Cuánto le cuesta la internet a una familia en que padre y madre teletrabajan, y tienen tres hijos en la escuela: cinco usuarios simultáneos!

El Ecuador necesita ese impulso en las tres áreas, extractiva, agroindustria y del conocimiento, para crear suficientes plazas de empleo y que la economía recobre dinamismo. (O)