En plena pandemia COVID-19, los doctores Enrique Plaza Velez, César Bravo Bermeo y Danilo Espinoza Cucalón, han presentado su libro Cómo investigar en salud que, indudablemente, constituye una guía de cómo debe realizarse una investigación científica.
Es necesario anotar que hubo una época en que la universidad exigía a los futuros profesionales que sus tesis doctorales fueran verdaderos trabajos de investigación científica, para lo que necesitaban, a veces, dos o tres años. Hoy, eso ha desaparecido en algunas facultades, como es el caso de la medicina. Ya no se hace ni una monografía y, a veces, en quince o treinta días tienen un trabajo listo, realizado en ciertos organismos que exponen en muchos sitios de la ciudad su propaganda: “Se hacen tesis y monografías”, sin que exista ninguna autoridad que lo prohíba.
De lo dicho, nace la importancia del libro Cómo investigar en salud, que en lo relacionado con la universidad dice: “Como problema de responsabilidad ética y moral es deber primordial de la universidad evitar el otorgamiento de falsos títulos, aunque sean legalmente otorgados, esto es no cumplir la profundidad, intensidad y cierto rigor para que el estudiante alcance su competencia profesional, y aquí debe ejercer la capacidad de discriminar quien esté o no apto, la mayor gravedad sería dejar actuar al interior un mercantilismo académico porque los falsos títulos pueden llegar a empresas perversas de lucro, indolentes al peligro social mayor que estos fraudes intelectuales pueden hacer al entregar títulos universitarios, actas de grado y títulos aparentemente idóneos, para inscribirlos en forma oficial amparados legalmente”. La sociedad exige calidad en la educación superior, que incluye la investigación formativa y productiva. Si bien, la nueva tecnología abrevia muchas situaciones y hechos, eso no quiere decir que no es necesaria una preparación previa que lleve a consignar resultados en beneficio de la humanidad, por lo que el libro mencionado hace una advertencia a las instituciones de educación superior y a las autoridades que gobiernan el país, para que no vuelva a suceder que se eliminen instituciones altamente científicas, como el Servicio de Erradicación de la Malaria y el Instituto Nacional de Higiene Leopoldo Izquieta Pérez, que tanto aportaron a la investigación, con profesionales tan bien preparados que difundían sus trabajos a través de la conocida Revista Ecuatoriana de Higiene y Medicina Tropical, desaparecida hace algunos años. Creo que es muy importante que se haya creado una Comisión de Rescate del Instituto Nacional de Higiene Leopoldo Izquieta Pérez. (O)
Marcelo Lazo Salazar, doctor en Medicina, Guayaquil