A mí me colocaron en el lugar equivocado, junto a asesinos, violadores y otros criminales –relata Jan Lewan en elconfidencial.com, refiriéndose a que fue ubicado en una cárcel de máxima seguridad de Estados Unidos–; yo debería haber estado junto a políticos y banqueros corruptos, porque cometí un delito muy parecido a los suyos…

Lewan es un personaje real, un artista que estafó millones de dólares a jubilados con un sistema de inversiones y que tenía nexos hasta en el Vaticano. La película El rey de la polka, que puede verse en Netflix, cuenta su historia.

Me acordé de él al escuchar versiones poco creíbles de implicados en ese acto de ilusionismo financiero en el que unos 500 millones de dólares de los fondos del Instituto de Seguridad Social de la Policía Nacional no terminan de reaparecer. Hay muchas conexiones societarias, pocos entendidos y reputaciones en entredicho. La ministra de Gobierno habla de estafa, lo que tendrá que probarse si antes no aparece el efectivo.

Usted que llegó a esta parte del texto, ¿cree que, de comprobarse la presunta estafa, se podrá revelar cómo funciona ese tipo de truco financiero?, ¿quiénes son sus autores y quiénes hicieron de la vista gorda?, ¿cree que alguien pagará, como Jan Lewan, o lo imagina radicado en el exterior disfrutando de la ‘platita’?

En días como estos, en los que flaquea la confianza en que se cumplan expectativas promedio, asoma la tentación de ceder a la apatía, de contabilizar las opciones desfavorables que se amontonan.

El columnista Pablo Lucio Paredes se quejaba ayer, con justificada razón, de abusos cometidos desde instancias públicas contra ciudadanos impotentes que muchas veces optan por aceptarlos, ante la disyuntiva de incurrir en reclamos que conllevan pérdida de tiempo y de dinero, sin posibilidad de obtener justicia. Yo puedo sumar otro par, a nombre de la CTE y el IESS, que envían notificaciones atemporales, quizás contando con que los ciudadanos pagarán sin reclamar.

Cada uno podrá sumar sus bemoles o la percepción de eso que lo acongoja. Ya sea el repunte de casos de COVID-19 que hace vislumbrar, al menos en España, el alargue de medidas de restricción hasta mayo… la incertidumbre respecto a la vacuna… los candidatos ‘chimoltrufios’ que así como dicen una cosa dicen otra, confiados en que tienen un porcentaje del electorado que les cree y que tal vez los lleve al triunfo aunque no sepan cómo enderezar el rumbo del país… el nivel de frustración de sociedades en desventaja que solo atinan a ‘exigir’ con protestas y destrucción, creyendo que así se resuelven los problemas… o tener que encerrarnos durante un largo feriado porque mucha gente no entiende la importancia de las medidas de bioseguridad para evitar contagios.

Llegados a este punto, se siente como si debiéramos refugiarnos en una cueva y quedarnos un tiempo ahí, protegiéndonos del mundo de afuera, hasta agarrar fuerzas para salir a combatir otra vez tratando de avanzar...

Entonces, recordamos esas chispas que ponen color en la existencia cotidiana y nos devuelven un poco de ánimo, como un saludo de pasada con amplia sonrisa o un gesto amable... (O)