Las cartas encíclicas son documentos solemnes redactados ocasionalmente por los papas que pueden tratar asuntos distintos, tales como doctrinas de fe, llamados a los fieles a la oración pública o aniversarios importantes para la Iglesia. En los últimos tiempos, el interés acerca de las encíclicas papales guarda directa relación con su contenido, especialmente cuando establecen una posición ideológica y política respecto de determinados temas; cuando eso ocurre, las encíclicas son objeto de intensos y entusiastas debates, en ocasiones impulsados inclusive por personas que no han leído con detenimiento el contenido integral de esos documentos, sin poder contar, por lo tanto, con los elementos necesarios para una apreciación objetiva.

Precisamente, hace pocos días, el papa Francisco acaba de publicar su tercera encíclica titulada Fratelli Tutti (Hermanos Todo), en la cual expone su opinión sobre la crisis del mundo actual luego de la pandemia, con una visión social que ha puesto a la encíclica en el centro de una marcada controversia, pues no han tardado en calificarla como un texto parcializado que pone en evidencia la ideología política de Francisco y su inocultable pasado de convicción peronista; en cambio, para los fieles seguidores del alto prelado, su posición le permite convertirse en un símbolo en contra de las “corrientes soberanistas, populistas o de ultraderecha actuales”. Los conocedores del pensamiento e ideología de Francisco sugieren que las ideas contenidas en la reciente encíclica no son nuevas y forman parte de la mayoría de sus discursos públicos, con una fuerte crítica al “consumismo, la globalización despiadada, la tiranía de la propiedad privada sobre los derechos, a los bienes comunes, el liberalismo económico”, etcétera.

Respecto de la propiedad privada, por ejemplo, el papa Francisco considera que se trata de un derecho “secundario y derivado del principio del destino universal de los bienes creados”, agrega que la tradición cristiana nunca reconoció como “absoluto e intocable” el derecho a la propiedad privada, y recuerda también que hay que rechazar el “dogma de fe neoliberal” que proclama que el mercado lo resuelve todo. Sin embargo, no dice nada el pontífice respecto de las desviaciones y taras de determinados sistemas socialistas, especialmente aquellos impulsados por populismos autoritarios que se han dado con mucha frecuencia en los últimos tiempos de manera especial en Latinoamérica, contribuyendo a forjar la impresión de que la opinión papal, por auténtica que sea, tiene un indiscutible sesgo de narrativa de izquierda.

Si la encíclica es en realidad una síntesis del ideario político del papa “que bien podría redefinir los valores del socialismo actual”, la sostenida crítica contra el liberalismo económico, la fuerza del mercado y la fortaleza de la propiedad privada pueden encajar como válida excusa para quienes arremeten contra esos principios. En esa línea, la encíclica Fratelli Tutti proporciona una lectura parcial de los actuales fenómenos políticos, contribuyendo a sostener la apariencia de la arraigada convicción política del papa. (O)