Los fraudes financieros no surgen en dos o tres meses. Se van forjando a través del tiempo, y este gran fraude comienza desde hace varios años, por supuesto con la FaRC, familia revolución ciudadana, cuyo manto de corrupción fue peor que la ceniza del Sangay.

La esencia de este fraude está en la interacción de Jorge Chérrez con el Isspol. ¿Quiénes en el Isspol? La justicia lo determinará. Estos dos ejes centrales del fraude usan a varios actores: casas de valores, calificadores de riesgo, bolsa de valores y Decevale. Vamos a tratar de que se entienda esto.

El fraude se destapa porque Isspol compra facturas comerciales, que luego se descubre son parte de un esquema de estafa de un grupo empresarial, y están impagas. Sobre estas facturas hay que descubrir en la investigación: a.- Qué casa de valores las colocó en la bolsa (BV). b.- Qué relación tiene esa casa con Chérrez. C.- Cuál calificadora de riesgo le dio calificación AA+ a esas facturas.

Esas facturas se pusieron en custodia de Decevale, y se dice que no fueron reportadas por esta institución como impagas en su momento. ¿Qué funcionario de Decevale lleva el control de esto y tiene que estar obligado a informar? ¿Por qué no informó para que esto sea reportado? ¿Qué relación tiene este funcionario con gente sea de la bolsa de valores o de la casa de valores que colocó las facturas? Tarea para la Superintendencia de Compañías y Fiscalía.

Luego del episodio de las facturas viene lo peor: El Isspol entrega primero 327 millones de dólares en bonos del Estado a una compañía “Citibank LLC” de Miami. El representante de esa compañía es Chérrez, y la casa de valores que pone los bonos en el mercado es la misma que pone las facturas cuestionadas. A cambio de esos bonos, la mencionada compañía debía entregar “notas estructuradas” al Isspol. Hoy se dice que nadie sabe dónde están los bonos, ni las notas estructuradas. Y para colmo, a otra compañía panameña representada por el mismo Chérrez se le entregan 216 millones en efectivo para que compre bonos de deuda externa, que según dicen deberían estar en custodia de Decevale y que no están. Aquí lo relevante es: a.- Solo Caperucita Roja le entrega a una compañía fantasma los bonos y a otra el efectivo. b.- Solo una casa de valores en colusión con Chérrez puede poner los bonos en bolsa. C.- Solo un funcionario de Decevale que esté en colusión con los anteriores puede ocultar o manipular esto. Por lo tanto, encontrar a esas personas es la clave. Si el oro desaparece de la bóveda del BCE hay que encontrar a la persona que entró, y no es el BCE como institución el responsable, a menos que se compruebe que sus máximas autoridades lo hicieron.

Estimados lectores: De la información que he podido reunir, aún en el caso de que los bonos tanto de deuda interna cuanto externa existiesen, hay una ganancia que bordea los 100 millones de dólares para los magos que están metidos en esto. ¿Por qué? Porque los bonos que recibió la compañía de Miami pagaban 7,5 % anual, y las supuestas “notas estructuradas” que el Isspol recibía a cambio de los bonos pagaban un interés mucho más bajo. Los señores del Isspol le dieron a Chérrez bonos que pagaban 7,5 % para recibir a cambio notas estructuradas que pagaban menos interés. Piensen, lectores, en 3 % de margen sobre 327 millones. Ese diferencial de intereses es más de 10 millones al año, y este baile tiene varios años. Pero, además, el Isspol entregó cash a la compañía panameña, manejada por Chérrez, y este a su vez entregó supuestamente deuda externa, pero que fue adquirida en esa época con descuento. En otras palabras, te doy 100 dólares para que me compres un bono, y me entregas un bono de 100 dólares. Pero el bono costó solo 80. Entre esas maniobras se puede llegar a casi 100 millones de utilidad para los “magos”. Señora ministra y comandante general de la Policía. Aún si encuentran todos los bonos, esto es un gran atraco. Recuperar el capital no es suficiente.

Chérrez, y gente del Isspol, los gestores reales, y principales figuras de la estafa. Casas de valores y calificadoras de riesgo, facilitadoras y a lo mejor cómplices. Funcionarios de la bolsa de valores con relación clarísima con la casa de valores intervenida que se hicieron de la vista gorda. Personal de Decevale que fue usado o fue cómplice.

No es todo el Isspol, no son “las casas de valores”, no es “la bolsa de valores” no es “Decevale”. Chérrez, sí, no hay duda. En el Isspol hay que saber quiénes hicieron este terrible mal. Las malas casas de valores y calificadores, desenmascararlos. Los funcionarios de la bolsa involucrados también, y los responsables directos en Decevale ser anotados y sancionados.

La ministra hizo bien al pedir que no se renueven más las facturas. Eso destapa todo. El comandante general hizo bien al no tapar esto. Ahora les toca evitar el sentimiento de “cuerpo” y aunque para el alto mando policial quienes pecaron en el Isspol hayan sido sus superiores y oficiales de mayor antigüedad, no tener la más mínima compasión por quienes se han unido a un gran timador, para perpetrar un fraude nunca antes visto en el país ni en esa tan querida institución que es la Policía Nacional. (O)