El acuerdo alcanzado entre el Partido Social Cristiano y el movimiento CREO, dos fuerzas con arraigada presencia en el actual y, con toda seguridad, en el futuro Parlamento, se presta a análisis desde distintas ópticas. Nosotros, que mantenemos una comprometida e incansable posición de absoluto respaldo al sector agropecuario, con cuyo desarrollo hemos estado vinculados por décadas, vemos con satisfacción su solidificación, porque ambas organizaciones asumieron tajantemente el compromiso de sumarse a la iniciativa de consulta popular que gremios productivos, bajo el liderazgo e impulso de Jaime Nebot Saadi, han planteado al país para afianzar compromisos estatales a favor de la producción agraria, sostén de la economía nacional, destacándose que, de las once preguntas, tres están directamente relacionadas con la ruralidad y el desempeño de la agricultura, ganadería, acuacultura, pesca y forestación que, de ser aprobadas, inauguraría una esplendorosa alborada en homenaje al irredento y frustrado campo ecuatoriano.

El anunciado soporte a la consulta, con esfuerzos conjuntos para alcanzar el número de firmas, permitirá en menor tiempo concretarla, incitando a sus afiliados y adherentes a participar sufragando afirmativamente por las propuestas que en ella se formulan, muy especialmente las agrícolas, como cabal demostración de que se aspira a proyectar el agro hacia un promisorio futuro y no solo ofertar “mirarlo” como vacío eslogan de campaña electoral. Es una garantía que será una realidad, aun más, en el entendido de que otros grupos o candidaturas, por no decir todos, deberían manifestarse a favor de ellas, si es que sinceramente buscan el crecimiento económico, con empleos dignos y permanentes que ofrece la agricultura, en corto plazo.

La conjunción lograda determinará que un buen número de asambleístas, en respuesta al mandato popular, no como resultado de una coyuntural elección, sino como producto de un pronunciamiento soberano e irreversible, que nace de la fortaleza que emana una consulta, máximo ejercicio de democracia directa popular, asumirá por su honor que dictarán las leyes resultantes de las preguntas aprobadas; además, estamos seguros de que el impulsor de la iniciativa, con su típico temperamento combativo, sus legisladores y líderes de los gobiernos descentralizados que responden a los fundamentos socialcristianos, conformarán un incontenible movimiento capaz de sacudir al país, exigiendo a los poderes Ejecutivo y Legislativo, independientemente de quienes lo ejerzan, cumplir la orden del mandante supremo.

Las preguntas agrarias, sin oposición, se refieren a créditos preferenciales, sin marginaciones, como denuncian ahora productores no atendidos en la restructuración de adeudos por la pandemia; apoyo a la investigación y transferencia tecnológica, destierro a los abusos de intermediarios, consagrando los principios del comercio justo, es decir, interrogaciones con respuestas favorables a los campesinos, siempre en indefensión, sin olvidar hechos delictivos cometidos con fondos públicos en obras inconclusas y abandonadas para propulsar una labranza campestre, que jamás aconteció. (O)