Ante los 18 binomios presidenciales las reacciones de la gente van de “cómo es posible, qué buscan”, hasta “vergonzoso” y mucho peor… Sin embargo, la ‘buena’ política es necesaria. Hay decisiones colectivas que tomar y en sociedades modernas alguien(es) debe(n) hacerlo a nombre de los demás, aunque esos espacios deben ser delimitados (sucede desgraciadamente que cada vez son mayores), y en muchísimos aspectos se debe confiar más en la gente y sus organizaciones más cercanas que en los políticos.

¿Quién debe ejercer esa ‘buena’ política? Es sano que haya experiencia como en toda actividad de la vida, hacer carrera política no es malo, pero también es sano que haya nuevos actores, que la gente se ‘moje el poncho’. Pero reconozcamos que ahí somos todos contradictorios: de unos decimos “son los mismos de siempre”, y de otros “quién será este” o “no tiene experiencia”. Y si queremos tener más participación de la ciudadanía (ejemplo, vía consultas populares incluso usando tecnologías modernas) enseguida pensamos “pero la gente es ignorante, qué va a saber”. Tenemos todo eso en mente, cuando juzgamos a los candidatos. ¿Son los mismos de siempre? Sí. ¿Hay nuevos? Sí. ¿Algunos se fueron a última hora aunque parecían tener posibilidades? También. ¡18! ¿18 se creen realmente capaces de tomar las riendas? Increíble falta de humildad y sensatez.

Y eso nos hace dudar, aunque no debemos dudar de todos. ¿Cuál es su real intención? Algunos (pocos) ciertamente tienen el convencimiento y capacidad para ser útiles a la sociedad, otros van por su ego… pero para muchos es solo un negocio y una forma de vida ligados a la ‘mala’ política: se puede ganar pequeños montos desde la elección (ejemplo, se negocia una comisión con los medios de comunicación que reciben los espacios publicitarios, o una parte de los fondos que aportan los amigos se queda en el bolsillo), hasta el poder Legislativo (ejemplo, en la Asamblea los diezmos o los cargos de asesores que en realidad son para el chofer o el primo o, peor, los votos a cambio de prebendas), o en el Ejecutivo (tantas opciones de corrupción).

Viene otra duda: ¿qué atributos tienen? ¿Han administrado al menos la tienda de la esquina? ¿Tienen el temple para enfrentar circunstancias adversas? ¿La fortaleza para no dejarse llevar por tanta faceta oscura del poder? Y finalmente: ¿los conocimientos? Algunos dicen, erróneamente, que es cuestión de tener buenos asesores y saber aprender, pero no es así, no hay que ser experto en cada tema, pero sí hay que saber. ¿Saben lo que es el estado de derecho, es decir una sociedad donde manda la ley y donde la esencia de la Constitución debe ser frenar los abusos del poder estatal? … ¿O su visión (tan frecuente) es ampliar esos poderes, y los ‘regalos y favores’ que se reparten desde el Estado? ¿Han reflexionado sobre la grave crisis de la seguridad social? ¿La necesidad de abrir el país a la competencia externa e interna? ¿Sobre el mercado laboral o cómo reformar la administración pública, o brindar mejor educación a la gente con menos oportunidades (recordar: “si tu candidato no sabe cómo cambiar la educación, cambia de candidato”)? Y tanto más… ¿Saben, quieren, pueden? ¿O solo es una mascarada para llegar y abusar del poder? (O)