Entre las preocupaciones que nos rondan en estos tiempos están las cercanas –preservar la salud, encontrar maneras de sobrellevar la crisis económica y mejorar nuestra habilidad para elegir a gobernantes que no empeoren la ya nefasta situación en la que nos hallamos– y otras a nivel macro, que no suelen ser vistas con prioridad, pero no por eso son menos importantes, como cuidar el hábitat para la supervivencia de la humanidad.

En 2015, la Asamblea General de la ONU adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad. Se plantearon 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con 169 metas de carácter económico, social y ambiental, consultadas con la sociedad civil y con negociaciones entre los países; un compromiso común y universal, que en cada país se maneja con metas propias. En ese marco surge ahora, en la Unión Europea, la campaña #EUBeachCleanup 2020: “El océano comienza contigo”, que ha sido lanzada para tener resonancia mundial.

El comunicado oficial de la iniciativa alude a que estamos “en un momento en el que nuestro planeta nos necesita más que nunca”. Se busca crear un movimiento global de limpieza de playas que se inicie desde los hogares adoptando acciones sostenibles simples pero eficaces.

Ahora que en Ecuador se va a reabrir una veintena de balnearios, evaluemos en qué medida hemos progresado, como individuos y como sociedad, en relación con el cuidado que le prodigamos al medioambiente y, en especial, a nuestras playas.

Millones de toneladas de basura que terminan en el océano cada año, arrojadas a las playas o transportadas por los ríos, con nefastas consecuencias para las especies marinas y los humanos que las consumimos, se producen en los hogares, y es ahí donde empieza la remediación: reduciendo el consumo de agua, comprando con menos empaques, clasificando la basura y limpiando nuestro entorno. Son acciones concretas de compromiso personal con impacto universal. (O)