José de Espronceda murió a los 34 años en 1842. Agobiado por España, escribió: “(…) palpé la realidad y odié la vida, sólo en la paz de los sepulcros creo”. Versiones modificadas se han dado, la más severa: “Desde que estas cosas veo, ni en la paz de los sepulcros creo”.

La crisis ética supera de largo a la crisis económica y, juntas, podrían arrastrar al Ecuador a lo más profundo del averno. La pandemia del COVID-19, que en Ecuador nos alcanzó en marzo del 2020, agravó severamente los escenarios de crisis, pero se está convirtiendo en justificación –a veces pretexto– de decisiones de gobierno y su efecto en el detente de la reacción social.

En la historia republicana hay capítulos de masiva expresión colectiva de la dignidad, ¿y ahora, qué?

Ayer fueron contra formas de argollas en el poder, ineptas y corruptas –y en algo más de los recientes 13 años, se repiten argollas, los “mismos” dan vuelta como en juego de sillas–; contra el autoritarismo –este fue exacerbado en el “correato”–; contra la entrega de la dignidad nacional –los contratos con China, las preventas de petróleo y otros, con cláusulas reservadas, son de actual vigencia–; contra la ilicitud y el dedazo en la contratación pública –en lo reciente es pavoroso, se va desde Coca Codo Sinclair hasta múltiples contrataciones–, por citar algunas motivaciones.

No propongo desborde de violencia, pero sí demando firmes expresiones colectivas, para que no se crea, en los espacios de poder y en las entidades de control, que hay un conformismo de borregos camino al matadero.

Y esa dignidad debe expresarse contra el centralismo. La “buena intención” –de haberla habido– de ordenar los flujos de liquidez del sector público por medio de la Cuenta Única del Tesoro Nacional, sin respetar autonomías ni prelaciones, degeneró en aberrante centralismo; y, los atrasos en las transferencias, en el mayor caldo de cultivo de la corrupción.

Pienso que el presidente Moreno quiere llegar al 2021, con algunos ajustes de rectificación, en buena hora. ¿Los de los entornos coinciden con él?, ahí tengo severas dudas. Van desde indicios de ilicitud; prácticas de “crear dificultades”, para luego “negociar soluciones”; falta de visión global, porque dominan los sesgos; y, hasta necedades, para no corregir.

La sentencia latina “Errare humanum est, perseverare diabolicum” –Errar es humano, perseverar es diabólico– se ignora por los que ocupan espacios de poder, por corrupción o por terquedad. En uno y otro supuesto debe haber sanción administrativa y civil, de no darse las rectificaciones, y aun penal.

En el pepiteo, por ejemplo, está “ignorar” que la normativa de la contratación pública establece que ningún paso en un proceso licitatorio tendrá vigencia de no haberse publicado en el Portal. En las resoluciones y actos administrativos se incorpora la frase “se ordena la ejecución inmediata”, permitiendo la irregularidad de posponer indebidamente ocho o diez o más días la publicación, de modo que una integración del Comité evaluador se publica al mismo tiempo que la adjudicación, cerrado el negocio, en evidente violación de la norma. ¿Intención de impunidad?, quizás no siempre, sino solo torpeza. (O)