Entre las palabras que vienen a nuestra mente al pensar en bosques tal vez se nos podrían ocurrir vida, calma, naturaleza, aire fresco, silencio. Cada persona agregará a la lista palabras relacionadas con sus propias experiencias con estos ecosistemas. Lo que es seguro es que al caminar entre estos gigantes nos inunda una sensación de paz; acallando nuestra mente, lo que parecía absoluto silencio se convierte en los sonidos sutiles del bosque. Pero hay mucho más de lo que alcanzamos a percibir con nuestros sentidos. ¿Qué tanto sabemos acerca de cómo se comunican los árboles entre ellos?, ¿qué están diciendo? y ¿qué tan inteligentes realmente son?

Hace unos años visité una isla mágica al otro lado del océano Pacífico. Esta islita de menos de medio kilómetro cuadrado es un banco de arena sobre un arrecife de jardines de corales lleno de aves y viejos árboles de bosque seco. Lo primero que pensé al llegar fue ¿cómo sobrevive tanta vegetación en un suelo arenoso al pie del mar? siendo este un ambiente hostil para árboles tan verdes. Era el mes de diciembre y para mi suerte estaba en el momento del año preciso para encontrar respuesta a mi pregunta.

Durante todo el año los árboles dan a las aves refugio, sombra, soporte para sus nidos y alimento. Sin embargo, al final del año los árboles de este lugar producen semillas cubiertas de una goma muy pegajosa que se adhiere al cuerpo de las aves, impidiéndoles moverse para ir en busca de alimento. Las aves cubiertas de esta resina mueren, y así se convierten en el fertilizante que los árboles necesitan para nutrirse y seguir creciendo. El caminar entre pájaros agonizantes cubiertos de goma no es un paisaje que yo describiría como agradable ni mucho menos pacífico. Esta isla carnívora y depredadora me hizo dar cuenta de que estaba caminando en un solo gran ser vivo.

Nuestro país tiene diversos tipos de bosque: lluvioso, seco, nublado, tropical, andino, que son parte del pulmón del planeta. Cada uno con adaptaciones y comportamientos particulares que han desarrollado a través de millones de años para habitar en estos lugares. No obstante, hay algo que todos tienen en común y es la manera en que se comunican. En estos ecosistemas hay una gran red subterránea de raíces y hongos que actúan como líneas de internet. A través de estas líneas los árboles intercambian información como, por ejemplo, sobre lluvias y sequías, advertencias de pestes cuando están siendo atacados o nutrientes cuando hay algún árbol que no esté recibiendo suficiente alimento. Existen árboles madres en todos los bosques que por lo general son los más grandes y viejos. Estas madres están conectadas por las raíces a sus semillas hijas y les transfieren conocimiento y recursos para que estas sobrevivan.

La próxima vez que tengamos la oportunidad de caminar bajo árboles y sintamos la sombra y brisa tan refrescante que nos dan, ojalá podamos sentir gratitud hacia estos gigantes que tienen su propia manera de expresar amor. El mundo natural tiene más inteligencia y vida de la que nos imaginamos, y siempre comparte su sabiduría con quienes la observan con paciencia y están dispuestos a maravillarse. (O)