Comentábamos en una tertulia de profesores la imposibilidad de iniciar las clases presenciales normales en las escuelas y los colegios, debido a la pandemia de COVID-19.
En la conversación nos referimos a las dificultades para las clases llamadas ‘virtuales’o ‘en línea’. Una, por la mala calidad del internet que tiene el Ecuador, y dos, por la carencia en la mayoría de la población de computadoras o teléfonos ‘inteligentes’. Algún colega comentó la actual difusión de programas genéricos sobre temas educativos a la misma hora y el mismo capítulo, con apenas valor anecdótico, en los canales de televisión del país. Y fue entonces cuando caímos en cuenta que las emisiones de las televisoras de señal abierta, públicas y privadas, llegan a todos los rincones del país.
Actualmente el Gobierno nacional posee numerosos canales de televisión propios e incautados, los cuales a través de una inteligente programación podrían compartir en distintos horarios los cursos correspondientes. Por ejemplo, el canal de la Asamblea legislativa podría llevar las clases a los estudiantes de primero, segundo, tercero, de básica, en horarios escalonados de 4 horas de duración, para un total de 12 horas de programación diaria, de 06:00 a 18:00 de lunes a viernes. E igual ocurriría con los canales de televisión 7, 8, 10. Y si se alega que no son suficientes para abarcar todos los cursos, podría pedirse la colaboración patriótica y desinteresada de la televisión privada, que podría transmitir los restantes cursos en los espacios que ocupa actualmente la programación relacionada que les obliga el Gobierno. Creemos que es un planteamiento válido que puede ser analizado y, ojalá, aprobado y puesto en práctica para beneficio de miles de estudiantes actualmente impedidos de recibir con normalidad sus cursos educativos. Las dificultades que se presentan por las clases presenciales son un grave problema que preocupa a miles de padres de familia.(O)
José Teófilo Villón Barros, licenciado, profesor, Guayaquil