No estamos en recesión sino en depresión, asevera la flamante economista-jefa del Banco Mundial, la cubano-estadounidense Carmen Castellanos de Reinhart, en artículo junto con su esposo Vincent, también economista, para Foreign Affairs edición de septiembre.

Los Reinhart pasan revista a la situación mundial. Esto va para largo, advierten: en el segundo semestre habrá un rebote de la economía, pero como consecuencia del levantamiento de las cuarentenas en la mayor parte del mundo, lo que no es lo mismo que una recuperación de la economía.

Comparada con la gran recesión de 2008, esto es mucho peor, señalan. Ese año hubo una crisis financiera en 11 economías avanzadas. Lo actual es una crisis económica mundial inducida por las cuarentenas. Aún si no hay una segunda ola de infecciones, sus efectos repercutirán por mucho tiempo. En las crisis financieras más graves desde el siglo XVIII, tomó un promedio de 8 años recuperar el PIB per capita.

Particularmente afectadas están las exportaciones, que ya venían sufriendo de la guerra comercial con China que desató Trump: de 2008 a 2018 el crecimiento del comercio mundial se desaceleró a la mitad. Citan el efecto que la caída del precio del petróleo tuvo en Ecuador, llevándolo a reestructurar su deuda externa, y auguran que otros exportadores de productos primarios pueden seguir este camino. La OMC estima que el comercio internacional caerá entre 13 % y 32 % este año. La Cepal estima que el comercio latinoamericano caerá 23 % este año. Al turismo, actualmente colapsado, le tomará tres años recuperarse, estiman los Reinhart.

El empleo es uno de los mayores problemas. Afecta sobre todo a los jóvenes. Las remuneraciones de los empleados de entre 40 y 60 años dependen de las condiciones de su inserción en el mercado laboral en sus años 20, observan, por lo que un mercado laboral deprimido por varios años pesará para toda la vida de los jóvenes de hoy. Hay quienes han sido despedidos hoy; mientras más tiempo pasa, son menos atractivos para los potenciales empleadores y en muchos casos no podrán regresar al mercado laboral. Los que están telestudiando reciben una educación inferior, según Reinhart.

El tercer efecto de largo plazo es la regresividad de la crisis. Esto no es algo nuevo, todas las crisis económicas golpean más duro a los más pobres. Entre otras cosas, la disrupción en las cadenas de distribución de alimentos incide en alza de precios, y los pobres gastan una mayor proporción de sus ingresos en alimentos que el grueso de la población.

Las medidas para salir de la crisis pasan por estímulos monetarios y fiscales. Lamentablemente, Ecuador se encuentra débil en ambos ámbitos. Los Reinhart observan la importancia de que las autoridades compren títulos emitidos por las empresas privadas y darles liquidez. Pero acá es lo contrario: el Gobierno les va a colocar títulos a las empresas privadas que son sus proveedoras.

Hay mucho más en el extenso y excelente artículo. Se desprende que para salir de la crisis necesitamos seguir una política muy bien concertada, lo cual requiere que en febrero elijamos a un gran líder como presidente y que las fuerzas políticas, sociales y económicas estén dispuestas a concertar. ¿Será posible? Todos tenemos que arrimar el hombro. (O)