Escucho a muchos políticos y analistas propugnar la bicameralidad del Congreso, que llegó la hora de que Ecuador se haga Estado Federal. Todas estas propuestas bien explicadas, fundamentadas y sustentadas de tal forma que se presentan como la alternativa sine qua non para alcanzar el anhelado desarrollo nacional.
Me permito ser un poco menos optimista en estas propuestas que lo único que hacen es que la gente revitalice su fe ante cambios que prometen ser la panacea para el país, y no lo serán. Sobre la bicameralidad, el país ya lo ha probado y siempre hemos estado entre uni y bicameralidad, podríamos proponer hacer una tricameralidad, ¿y qué ganaríamos?, si el problema no está en el esquema legislativo sino en ese antivalor llamado deshonestidad que observamos ya muy frecuente y recurrentemente en ciertos servidores públicos elegidos popularmente y autodenominados ‘padres de la patria’.
Sobre que Ecuador sea un país federal, ¿para qué?, si con el esquema que tenemos, centralista, controlador, basta leer los diarios de esta época de pandemia para enterarnos de la cantidad de municipios, prefecturas..., inmersos en gestiones que prácticamente podemos catalogar de delincuenciales, ¿se imaginan cómo sería si cada provincia, municipio, fuera más independiente? Pido de favor a políticos y asesores que se dejen de novelerías y antes de hacer estas proposiciones que no nos llevarán a ningún lado, se concentren en lograr una administración de justicia rectas, moral intachable, y hacer que se restituya en la educación el estudio de la moral y cívica, que tanta falta nos hace y que fue tirada a un lado porque somos ‘ciudadanos del mundo’.(O)
David Ernesto Ricaurte Vélez, ingeniero mecánico, Daule