Antes de la presidencia del general Eloy Alfaro hubo jefes de Estado que se preocuparon por la conectividad de la Sierra con la Costa ecuatoriana, y fue este valeroso y recordado presidente manabita que a inicios del siglo pasado inauguró los ferrocarriles del Ecuador, que atravesaron los Andes y las praderas vírgenes del Ecuador.
Dichas rutas habían sido transitadas por el sacrificio de muchas vidas de extranjeros y ecuatorianos que tendieron riel por riel hacia la Costa. La ruta por muchos años se extendió desde el norte del país al Austro y la península costeña, y a mediados del siglo XX con el desarrollo del comercio, la agricultura y la industria, se generó la necesidad de transportar cargas pesadas o voluminosas que bien hubiera podido realizarlo el ferrocarril con el apoyo de los gobiernos de turno y las adecuaciones requeridas para esta tarea. Pero nacieron intereses mezquinos centralistas de ciertos transportistas de carga pesada que se agruparon en asociaciones, que formaron flotas de camioneros al por mayor para transportar la carga que llegaba al puerto de Guayaquil, y crecieron económicamente constituyéndose en poder económico; corrompían a políticos de turno para que se olvidaran del ferrocarril como medio de transporte barato y seguro. Solo imaginen el ahorro en combustibles y lubricantes de los gigantes tráileres.
Con la inversión que se realizó en el Gobierno anterior fue la oportunidad de resurgir del ferrocarril que con un poco de visión, responsabilidad y apoyo del actual Gobierno, se hubiera podido apoyar el turismo que tiene atractivos en esas rutas y el transporte de la carga pesada; por lo que no creo beneficiosa la decisión del presidente Moreno de cerrar la empresa Ferrocarriles del Ecuador; está mal asesorado por los falta de visión y patriotismo que mucho mal le vienen haciendo al país. Tanto le costó al país crear esa línea de ferrocarril que van a quitar. (O)
Vicente Napoleón Luzardo Párraga, ingeniero agrónomo, Guayaquil