Después de haber vivido una situación extrema en condición de pasajero varado en Florida, Estados Unidos, por la pandemia de coronavirus, desde el 18 de marzo hasta el 18 de mayo de 2020, otra compatriota varada publicaba el siguiente mensaje en uno de los chats: “Es lamentable tantos negociados, que no se encuentra humanidad en nadie, todo lo que hacen es con fines de lucro".
Yo muy acucioso le respondí, ¡así es!, ahora en lo que sí hay que estar claros es en quiénes se estarían beneficiando de esta vorágine ejecutada por falsos samaritanos, que si bien es cierto han ayudado a repartir las donaciones del solidario pueblo norteamericano y de residentes ecuatorianos, materializadas en raciones de alimentos y alojamientos o acogiendo a familias completas de muchos de nosotros; no es menos cierto que se hayan permitido conducir como a borregos a la gran mayoría de varados, a verse obligados a comprar un boleto de regreso por $980 o más , y otros por $290 porque la competencia y falta de demanda les hizo rebajar los precios; sin reparar que ese no era el precio final porque hay que sumar el pago previo de boletos de retorno perdidos, ya que en la desesperación los ecuatorianos compraron boletos adicionalmente para tratar de regresar pronto a Ecuador y no perder el empleo; dinero en gastos de alojamiento, de alimentación, de salud, de medicina, etc.).
El cuestionamiento de las personas que hemos vivido meses, semanas, de abandono gubernamental y violación de nuestros derechos humanos es, ¿en verdad samaritanos solo fueron entes de beneficio? A raíz de nuestra desgracia, del dolor ajeno, se estuvo promocionando y compitiendo con agencias de viajes que prácticamente nos ofrecieron paquetes completos. Y nos acostumbramos y hasta agradecimos que nos ayuden a conseguir un boletito y un hotelito baratito.
Mi familia está varada en Miami y no puedo hacer nada para que vuelva y consulados y embajadas en coro a ver si acaso contestan los PBX: "No tenemos disposiciones"; pero sí las tuvieron luego para determinar a qué vuelos se debía asignar a los desesperados pasajeros varados. La impotente rabia que nos corroe a algunos, es por no poderlos poner ante la justicia; muchos conformistas, iguales a los que nunca saben por quién votar, lo dejaron a la justicia divina. Solo para reflexionar: cada uno sabrá en su conciencia la partecita que le toca. (O)
Edwin Galarza Lozada, capitán de navío (SP), Guayaquil