Cuando escuchamos analizar la situación de las finanzas públicas del Ecuador, en relación con sus vecinos próximos Colombia y Perú; de la relativa facilidad con que estos dos países podrán solucionar los efectos económicos de la pandemia con sus reservas acumuladas durante varios años, inexistentes en el Ecuador, la solución, adoptada por el Gobierno y la forma de implementarla, nos viene a la mente el milenario problema no resuelto de la cuadratura del círculo, que consiste en obtener dibujando un círculo, un cuadrado de superficie equivalente. Figuradamente se utiliza para indicar la imposibilidad de algo.

El Gobierno, luego de cuarenta días de paralización de la economía, ante la crisis, no encuentra otra salida para procurarse recursos que invocar a la solidaridad hacia los más desposeídos y afectados, gravando con más impuestos a los ecuatorianos –encubiertos como contribuciones solidarias– mediante dos leyes sometidas a consideración de la Asamblea. Ambos proyectos han generado sendas posiciones antagónicas.

La una, conociendo y declarando públicamente que sin otras vías para obtener recursos, si bien es cierto nuevos impuestos no son la solución, consideran que es el único camino posible de obtener liquidez.

La otra, radicalmente opuesta a nuevas contribuciones, sostiene que su implementación solo agudizará la pobreza de los ecuatorianos; y, en cambio, afirma que corresponde al Estado asumir su papel de moderador de la economía, otorgando a la empresa privada el papel salvador de la crisis, mediante incentivos a la productividad y al consumo, que a la postre generarán mayor contribución impositiva y la liquidez necesaria, derivada –precisamente– de la producción incentivada y del incremento del consumo; aunque esto signifique, inicialmente, privación inmediata de recursos impositivos programados que serán compensados posteriormente por la misma empresa privada.

Lo que parece que no se han percatado los unos y los otros es que el coronavirus no solo ha afectado con su aliento mortal a los habitantes del Ecuador, sino que también ha contaminado a la Patria. Se encuentra en cuidados intensivos y con grave riesgo de desaparecer, por su carencia absoluta de recursos financieros que le proporcionen la inmunidad imprescindible para su supervivencia como país, mientras ellos, sus médicos de cabecera, no se ponen de acuerdo en la terapia salvadora.

El país exige de sus gobernantes y dirigentes políticos que en esta hora de la verdad, patrióticamente, sensatamente, en diálogo constructivo, pretiriendo diferencias, convengan sus líderes en una fórmula conciliatoria; logren, con buena voluntad y sin cálculos electoreros, encontrar y consensuar una tercera posición, ojalá unánimemente, que recoja lo positivo de la una y lo constructivo de la otra, para que nos proporcionen a los ecuatorianos la salida económica y social que requiere el país urgentemente. Es el deber que tienen que cumplir con la ciudadanía por el voto que les dio. En caso contrario, mañana, se lo negarán a todos.

El rechazo de los unos, a la fórmula de los otros, sería convulsionar al país; peor aún, el caos sobreviviente, si los otros insisten en la suya con el veto o la muerte cruzada. Deben todos imperativamente encontrar la solución adecuada a la cuadratura del círculo. ¡Lo demandamos! (O)