La suma de los momentos que elegimos recordar es lo que define nuestras vidas. Seguramente le ha pasado que se sorprende a usted mismo sonriendo de repente; se habrá acordado de algún momento feliz, de una travesura o quizás de algo sublime.

Ese recuerdo, que volvió sin proponérselo, provocó un nuevo instante grato. Ocurre igual con las experiencias desafortunadas, tristes, negativas, que nos llevan a fruncir el ceño o incluso a aguarnos los ojos.

Y aunque para todo hay un tiempo oportuno [Eclesiastés 3: “Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol:/ un tiempo para nacer y un tiempo para morir,/ un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado;/ un tiempo para matar y un tiempo para curar,/ un tiempo para demoler y un tiempo para edificar;/ un tiempo para llorar y un tiempo para reír…”], en estos días que corren, elegir enfocarnos en instantes bellos, hermosos, felices puede reconfortarnos y predisponernos para sobrellevar el estrés, y quizás hasta para aliviar levemente a otros.

Con esto en mente, les planteé a algunos allegados lo siguiente: si piensas en lo que hiciste ayer, ¿cuál dirías que fue el mejor momento del día?

Leo dijo: Por la noche, todavía no terminada mi jornada de teletrabajo, tenía algo por resolver y quería desconectarme, puse una canción que me gusta y empecé a escucharla en la voz de diferentes artistas; eso me reanimó a la vez que me calmó, puedo decir que fue lo mejor de ayer.

Para Patricia, el mejor momento de su día anterior fue llamar a una amiga de su mamá, muy mayor, para escucharla y saber cómo está pasando este duro momento.

Luis sintió que lo mejor fue hacer teleconferencia con sus hijos y escuchar que están bien.

Mafer describió su momento más grato del día anterior cuando estando en la hamaca del patio de su casa, sintió que su perra disfrutaba pasarse por debajo para rosarle la espalda con su lomo.

Teresita, quien vive sola, dijo que lo mejor de su día anterior había sido poder comunicarse, en teleconferencia, con 14 amigos a la vez.

Para Ricky, lo mejor fue “escucharla a ella”.

No faltó quien me preguntara cuál fue el mejor recuerdo de mi día anterior, pues yo disfruté, pasadas las 4 de la tarde, salir a la parte delantera de mi casa donde tengo una banca de jardín y tenderme para descansar la espalda luego de haber estado tanto tiempo frente a la laptop teletrabajando; cerré los ojos y me concentré en la comunicación de las aves –cuáles serán sus temas de conversación, pensé–, no pasó ni un minuto y el sol se intensificó hasta empezar a quemarme; lejos de molestarme, me causó gracia, me levanté y volví al teletrabajo. Ese es el momento que elijo recordar del viernes 20 de marzo de 2020.

A pesar de lo que estemos atravesando, habrá alguna chispa rescatable que nos pueda salvar el día.

Las respuestas que recibí me hicieron sentir bien respecto de quienes se tomaron un momento para revisar lo mejor de ayer. Sigamos tratando de mantenernos con la moral en alto, por nuestro bien y el de los demás. Y que nos sea lo más leve posible esta crisis que, como otras, también pasará y vendrán días mejores. (O)

“Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie”, Emily Dickinson, poeta estadounidense.