En Involucyt 2020, el campeonato inaugurado por el Gobierno ecuatoriano para demostrar al mundo la verdadera magnitud de nuestro talento, participarán jugadores nacionales o residentes en el extranjero, aunque presiento que habrá ventaja de local, como en el fútbol. En tiempo suplementario, saboreando ya las mieles de la victoria se encuentra el finalista Instituto de Fomento de las Artes, Innovación y Creatividades (Ifaic), con más palabras en su título que logros alcanzados en los pasados meses, excepto si estar en espera en la zona húmeda cuenta en algo.

Hace pocos días, en medio de un torrente de quejas sobre fondos pendientes de desembolso desde el año pasado, el Ifaic decidió “dar de baja” –cual camiseta de la selección nacional– la convocatoria a la línea de apoyo a “Incubación de emprendimientos culturales innovadores”, “Capacitación para el emprendimiento cultural” y “Asistencia técnica para la innovación de emprendimientos culturales”. ¿La razón? El “bajo número de postulaciones recibidas”.

El concurso ya fue pospuesto anteriormente por el mismo motivo, por lo que cabe reflexionar cómo lo promovieron y estaban administrando. ¿No hay acaso decenas si no centenas de actores culturales en el país a quienes no les caería mal cualquiera de estas líneas de financiamiento? ¿No deberían estar los funcionarios sobrecargados de postulaciones? Con un solo correo, el lanzamiento de los fondos no concursables de la Unión Europea en Quito la semana pasada llenó palco, tribuna y general de un auditorio. A esto se deben sumar las reuniones en Santo Domingo, Lago Agrio, Tena, Cuenca, Loja, Guaranda, Esmeraldas y Manta.

Protegiendo el balón del Ifaic se encuentra Senescyt, con su concurso Innovacyt 2019, que surgió con iguales bríos y similar cobrada de penal, pues también fue pospuesto ante el limitado número de aspirantes iniciales. Afortunadamente, recuperó el ánimo y –con saque de banda– culminó exitosamente la etapa de preselección; el problema es que ya son dos meses de ello y no se ha vuelto a escuchar al respecto.

Ecuador no necesita inversión en áreas de innovación o emprendimiento porque está de moda o porque el Gobierno quiere verse bien; por eso debe dejar de dar tiros al aire. Innovacyt puede ser hasta una oportunidad para encontrar soluciones a problemas costosos e imperantes del país que además se traduzcan en ingresos de divisas. Esperemos que, como cualquier equipo que se precie, el Estado pueda ir de menos a más, y no al revés, con el poco dinero que tiene para inyectar sabiamente en la economía. Para ello, sus jugadores deben estar convencidos de la estrategia, a la vez que tener cancha para aplicarla de manera correcta.

El semillero, donde se fomentan las promesas de alcance internacional, no es lugar para que Senescyt acomode a cualquiera solo por amiguismo o conveniencia personal. Ecuador ya juega en categoría Z nacional e internacionalmente en materia de innovación; es innecesario que el concurso culmine de mala manera. Involucionar, para la especie humana es tan sencillo como marcar un autogol. Que esta secretaría no solo anuncie los ganadores sino que estos realmente sean los mejores para el país. De lo contrario, Agustín Albán ganará de largo la copa Involucyt 2020.

(O)