La seguridad social como concepto y aplicación correcta es ciertamente una gran conquista y logro de la humanidad. Sustentada en los generalmente aceptados principios de solidaridad, universalidad, participación e igualdad, una seguridad social sana es un mecanismo incomparable de justicia social, redistribución del ingreso, protección de la dignidad, la salud y el bienestar de una población.

Sin embargo, la seguridad social (SS) en el planeta enfrenta enormes retos. El primero es que siendo un mecanismo de noble propósito, que acumula gran cantidad de recursos para pagos futuros de jubilaciones, ha tentado a los gobiernos de muchos países a tomar esos fondos, de tal suerte que las generaciones presentes les hacen una mala pasada a las generaciones futuras, o podríamos decir en muchos casos, ya lo hicieron. En el Ecuador, por ejemplo, el Estado ha colocado bonos a la SS, a una tasa por debajo del valor real del dinero, con lo cual los afiliados han subsidiado al Estado, y como este ha despilfarrado en burocracia inútil y en malas inversiones, entonces los afiliados han terminado aportando sus recursos para ese desperdicio y mal uso de su dinero.

Pero adicionalmente a este problema de la utilización con fines políticos de los recursos de la SS que de por sí es ya muy grave, hay otro de mayor gravedad: el desfase actuarial.

Las SS del mundo atienden la salud de los afiliados y atienden las pensiones de los jubilados, los seguros de desgravamen, montepíos, seguros de accidentes de trabajo, entre otras cosas.

Los servicios de salud se pagan de contado y requieren una cantidad de liquidez que debe provenir de las aportaciones. Una SS sana cobra en las aportaciones lo necesario para cubrir esos costos de salud. Adicionalmente a eso, recoge dinero para solventar el pago de los jubilados al momento de retirarse que es un pago a futuro, no de contado como el de los servicios de salud.

El valor de esas aportaciones debe fijarse técnicamente, jamás políticamente. Adicionalmente a lo que se necesita para los costos de atención médica, que se pagan de contado, debe recaudarse aquello que se va a necesitar para los pagos futuros de las jubilaciones.

Esta última parte, de cuánto se necesitará para pagar jubilaciones, es un tema absolutamente técnico, que no tiene nada de ideológico, que no tiene que ver con preferencias políticas y que está determinado por cuántas personas cada año recibirán pensiones y por cuánto recibe cada una. A su vez, ese número de personas depende de variables demográficas que son totalmente predecibles: crecimiento de la población, crecimiento de la masa laboral, y esperanza de vida, sumadas a la edad de jubilación.

Si el número de aportantes crece más lentamente, porque hubo hace x número de años menos natalidad, hay un desfase. Si la gente empieza a vivir más hay también un desfase, porque si el cálculo inicial era que se pagaría a los jubilados por un promedio de por decir 7 años, y ahora hay que pagar 14, hay igualmente un desfase.

En todo el planeta Tierra estas dos cosas están sucediendo, y por lo tanto, las SS están actuarialmente en problemas. Tienen liquidez, pero a futuro no tendrán para pagar las pensiones, pues no tienen las reservas necesarias dada la menor tasa de crecimiento poblacional y el aumento de la esperanza de vida.

En el Ecuador no solamente que hemos debilitado el fondo de pensiones colocándole bonos del Estado, sino que además, se ha entregado ese fondo al Biess para que lo maneje. Para marzo del 2019, el Biess tenía balance a diciembre del 2016. Es decir, el banco que maneja todo el patrimonio de los afiliados no tiene sus estados financieros actualizados. En cualquier banco, si esto sucede, meten preso al gerente, y a todos los responsables. Pero adicionalmente a este caos administrativo, por razones políticas le hicieron al Biess prestar dinero para viviendas sin cuota de entrada, es decir, financiando el 100% del valor de la vivienda a los compradores. La morosidad de esos préstamos es hoy por hoy un récord mundial. Está en 10 veces más lo que es la morosidad normal de los préstamos hipotecarios. Y esa es la plata de los afiliados, no del Estado que quiso hacer política con ese dinero.

El Ecuador necesita saber, de una firma independiente y seria, cuál es el déficit actuarial de la seguridad social. Necesita total transparencia y rendición de cuentas en el manejo del Biess. Despolitizar totalmente su funcionamiento, garantizar el manejo profesional de las inversiones, y no el manejo político de las mismas.

Conocida la verdad, debemos enfrentar entonces el reto de cómo resolver el tema de la insolvencia del sistema de pensiones, que demandará un gran esfuerzo del país, pues habrá que subir seguramente las aportaciones, y/o aumentar la edad de jubilación.

El baño de verdad es inevitable, y por más que en los años electorales no se quiera decir lo que la gente debe oír, sino lo que la gente quiere oír, un tema de esta trascendencia no puede esperar. (O)