El bien de los demás corresponde con el bien propio. En el caso del tránsito vehicular en la ciudad, acatar las normas viales conlleva a la fluidez de los vehículos. Si por ejemplo alguien bloquea una intersección o circula en contravía, se ocasiona un daño colectivo; ante eso, los agentes están facultados para sancionar a quien comete la infracción.

La comunidad razonablemente acepta ese orden y asume las sanciones, aunque también se dan excepciones y últimamente parece haberse elevado el nivel de violencia en las agresiones protagonizadas por conductores que se rebelan a acatar las normas.

Hasta noviembre, el Departamento Legal de la ATM (Autoridad de Tránsito Municipal) registraba 35 agresiones. El caso más reciente, captado en videos difundidos en redes sociales, muestra a un conductor que agredió con una gata hidráulica a un agente, en el norte de Guayaquil, y le provocó el desprendimiento de la oreja derecha.

Hechos de este tipo muestran una actitud de irrespeto que atenta contra la convivencia civilizada. Es necesario que la autoridad se legitime en el reconocimiento de la colectividad de que le sirve de la mejor manera posible, ejerciendo un control social correcto para alcanzar objetivos comunitarios. (O)