La fiesta de la Inmaculada cayó esta vez en el segundo domingo de Adviento por lo que, civilmente, se celebró el lunes 9 de diciembre en Europa y América.

La palabra Inmaculada, referida a la Virgen María, significa “sin pecado”. Para los cristianos católicos, la Madre del Hijo de Dios hecho hombre en sus entrañas purísimas fue libre del pecado original en su misma concepción. Al terminar su vida terrena, la Madre de Dios fue llevada al cielo en cuerpo y alma, y como madre nuestra que también es, está atenta a nuestras necesidades; sobre todo se ocupa de nuestra salvación eterna, no quiere que ninguno de sus hijos se pierda para siempre. Son conocidos sus mensajes en Europa en la Salette (1846), Lourdes (1858), Fátima (1917); y en México, Guadalupe (12 de diciembre de 1531). Desde 1981, las apariciones marianas en Medjugorje (Bosnia-Herzegovina) se han convertido en “fenómeno social”, atraen innumerables peregrinaciones oficiales ya en la Iglesia. Van del mundo entero. Impactante el libro del periodista Jesús García, Medjugorje, convertido en un best seller.

En la devoción española a la Inmaculada, destacaron los reyes, desde Wamba, a quien el XI Concilio de Toledo proclamó Defensor de la Inmaculada Concepción de María; Felipe III la nombró patrona de todos sus estados. En esta devoción merecen sobresaliente los franciscanos y jesuitas. El beato Juan Duns Escoto, del siglo XIII, es el “Gran defensor de la Inmaculada Concepción de María”, llevado al cine. El venerable padre jesuita Tomás Morales, del siglo XX, exultaba: “¡La Inmaculada nunca falla!”. La Virgen Inmaculada la tenemos en el arte, está en todas las iglesias y en lienzos de prestigiosos pintores, en Europa: Murillo, Ribera, Goya, Martínez Montañés, Rubens…, y sor Isabel Guerra. Su figura la recogen páginas bellísimas de nuestra literatura. La Inmaculada es la Patrona de la Infantería, desde el milagro del Empel: el Tercio Viejo de Zamora, en la Guerra de los 80 Años logró impensablemente y en condiciones muy adversas, milagros, a la flota de Flandes en 1585 comandada por el almirante Hohenlohe-Neuenstein, quien dijo: “Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro”; el patronazgo fue confirmado por la reina regente María Cristina de Habsburgo en 1892. El papa Pío IX mediante la bula Ineffabilis Deus proclamó el Dogma de la Inmaculada Concepción de María Santísima, en 1854. El primer voto explícito en defensa de la Inmaculada fue el de “Villapando y su tierra”, en 1466; también lo fueron el claustro de la Universidad de Salamanca y Sevilla, que desde el siglo XVII celebra la fiesta; en 1918 erigió el monumento a la Inmaculada.

En América Latina, como el Ecuador, también existen muchos devotos de la Virgen de la Inmaculada Concepción.(O)

Josefa Romo Garlito,

España