Si usted es homosexual y quiere viajar a Arabia Saudita para saber de dónde sale tanto petróleo, mejor no vaya, corre el riesgo de ser ejecutado. Igual acontece en otros 11 países, que contemplan la pena de muerte por ello. Y si desea ir a Jamaica, para descubrir la tierra de origen de los hombres que construyeron nuestro ferrocarril, no vaya, pueden encarcelarlo (lo que no sucedería si es lesbiana, porque es uno de los estados que solo criminaliza a los homosexuales, como manifestación hegemónica del macho), pena que se aplica también en otros 68 países, en algunos hasta cadena perpetua. En 22 estados se prohíbe la promoción o expresión pública de las relaciones entre personas del mismo sexo. Parece que Hitler las toleraba si se mantenían intramuros.

Pero no se ha lapidado a nadie los últimos años, 124 países admiten tales relaciones, en 30 pueden contraer matrimonio, incluyendo Ecuador, en 19 se admiten sus uniones civiles, entre ellos el nuestro y 26 tienen leyes de adopción conjunta.

En 1990 la Organización Mundial de la Salud extrajo la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, considerando que es una variación natural de la sexualidad humana; con la Organización Panamericana de la Salud, estima que la “terapia” de cambio de orientación sexual constituye una grave amenaza para la salud y el bienestar emocional de estas personas. Según la presidenta de la Federación Ecuatoriana de Asociaciones LGBTI, el Gobierno Nacional estableció el 2013 la existencia de 268 de esas “clínicas del terror”, como las llaman, donde los “pacientes”, internados forzosamente, reciben insultos, humillaciones, mala alimentación, golpes, descargas eléctricas, grilletes, violaciones correctivas y… cobran por ello. Refirió que, en el Ministerio de Salud, en el nuevo régimen, dicen que han perdido tales registros. El Comité contra la Tortura de la ONU ha expresado su preocupación por dichas iniquidades. Al parecer, solo en un caso la justicia sancionó a los infractores con $ 6 de multa y 10 días de prisión.

Los ministros de Salud de la región resolvieron reducir las disparidades en el acceso a la salud de la población LGBT, ya que en muchos casos no existe, es deficiente o parten de erróneas suposiciones sobre las causas de sus problemas de salud.

¿Qué otras respuestas dan en algunas partes del mundo a las discriminaciones que sufren ellos? Escribiendo cuentos infantiles, educando. En Berlín, los escolares desde los 5 años tienen una asignatura que rige desde el 2011: Aceptación de la diversidad sexual, creada por decisión de todos los partidos políticos del Parlamento regional, todos. Indica a los profesores, alumnos acosadores y acosados y padres de familia: “Aunque no soportes a una persona, no tienes por qué herirla”, “La homosexualidad no es contagiosa”, “Su hijo no se convertirá en un homosexual o en una lesbiana si estudia este asunto”. En un cuento El príncipe enamorado, un príncipe busca princesa para casarse. No le gusta ninguna de las que le presentan, hasta que se enamora del hermano de una de ellas y se casan. 25 cuentos como este conocen los niños. Ello, en la Alemania, que después de la tolerante al homosexualismo República de Weimar, miles de ellos fueron asesinados por los nazis, eran considerados los prisioneros de menor valor y terminada la Segunda Guerra Mundial se los siguió tratando como criminales, no como víctimas y fueron los últimos en ser reconocidos en esta calidad.

Las tres Sofías, otro cuento, en el país del macho mejicano: Un año después de la muerte de su padre, Sofía, la madre de Sofía, retoma su historia de amor con Sofía: “Desde hace mucho me prometí encontrar la felicidad, ahora que me siento libre, he decidido ir a buscarla”. En el Brasil del Bolsonaro que declaró que prefería a su hijo muerto que homosexual, se escribió el cuento La princesa y la costurera, que narra la historia de una princesa negra que se iba a casar con un príncipe y se enamora de la costurera de su vestido de novia. En Hungría, donde la Cola Kola ha hecho publicidad con dos hombres y dos mujeres besándose entre sí con los eslóganes ‘Amor es amor’ y ‘Cero azúcar, cero prejuicios’, nació un cuento que relata la peculiar amistad de dos niños de 6 años que padecen la homofobia de dos profesoras.

John Boswell, historiador, de la Universidad de Yale, investigó en todas las grandes bibliotecas de Europa, incluyendo la del Vaticano y halló 80 manuscritos originales que dan cuenta de ceremonias gais, bodas de semejanza de la iglesia primitiva, que, dice, era muy tolerante con las relaciones eróticas y emocionales entre homosexuales y las santificaba. Añade que estos vivían tranquilamente entre la población general, que la intolerancia surgió con el poder absoluto en el siglo XIII.

El papa Francisco ha dicho que quien rechaza a los homosexuales no tiene corazón humano. “Dar más importancia al adjetivo gay que al sustantivo hombre no es bueno”.

Los padres que repudian a sus hijos e hijas por ser homosexuales y lesbianas aman más sus propios prejuicios. Es entendible, por nuestra condición heterosexual y la vieja educación recibida, repeler las relaciones diferentes, pero, por razones humanitarias y de la razón, hay que echar una mirada más comprensiva, más justa.

En la segunda parte, los aspectos jurídicos. (O)