Las películas de acción siempre fueron mis preferidas. Especialmente aquellas que incluían la típica escena en donde los actores desactivan bombas capaces de destruir pueblos enteros. El sector público ecuatoriano se parece mucho a esas películas de acción con bombas capaces de lastimar a muchos ciudadanos. Todo parece indicar que una bomba se encuentra en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).

En el mes de abril, un informe preliminar del IESS indicaba que el Fondo de Jubilación tendría recursos hasta el 2022, si el aporte estatal del 40% no se reestablecía. Pero incluso con dicho aporte, la situación del Instituto es grave. De acuerdo con el mismo informe, el Fondo de Jubilación tendría recursos hasta el 2042. A partir de este año, el Fondo reportaría un déficit actuarial de $ 20.738 millones. Insostenible.

Es lamentable. Más de 3,3 millones de trabajadores aportamos al IESS con la esperanza de recibir pensiones jubilares en nuestro retiro. Dichos aportes, más las contribuciones de nuestros empleadores, le permiten al IESS recibir cientos de millones de dólares. Estos ingresos, sin considerar el aporte estatal del 40%, superarían los $ 2.600 millones durante este año. No obstante, se estima que el IESS tendría gastos prestacionales por más de $ 4.000 millones en 2019.

Existen tres factores que vuelven insostenible el sistema de reparto del IESS: 1) El envejecimiento de la población aumentará en las próximas décadas. En consecuencia, la relación entre los trabajadores activos y los pensionados continuará disminuyendo. En 2012 había 8,48 trabajadores activos por cada jubilado. En 2050 se estima solo 4 trabajadores activos por cada jubilado. 2) La alta informalidad laboral en el país provoca que pocos trabajadores aporten al sistema previsional. En 2018, solo el 42,9% de los trabajadores aportó a la seguridad social. 3) El sistema corre peligro de ser usado por gobernantes para cubrir huecos financieros. Un ejemplo de aquello fue la inversión de $ 250 millones para la construcción de la hidroeléctrica Toachi Pilatón. A estas debilidades se debe sumar el discurso demagógico sobre la salud pública, el cual ha brindado una pésima atención a los afiliados y generado escandalosos casos de corrupción.

Es urgente repensar la seguridad social. El artículo 367 de la Constitución, que prohíbe la privatización de la seguridad social, se ha convertido en un obstáculo para buscar soluciones mediante la iniciativa privada. La seguridad social es un monopolio estatal altamente ineficiente. Ya es hora de que los ecuatorianos tengamos mayor libertad respecto a cuándo, cuánto y dónde debemos ahorrar para nuestras jubilaciones. Países como Perú y Uruguay tienen sistemas mixtos con participación de entidades públicas y privadas. La introducción de sistemas privados ha generado una fuente sostenible de ahorro, inversión y desarrollo económico en estos países.

Retomando el tema de las películas de acción: el IESS necesita protagonistas reales capaces de desactivar estas bombas de tiempo. Servidores públicos despreocupados por los costos políticos y más bien concentrados en el bienestar de los ciudadanos. (O)

* Docente, investigador