La comunidad cultural e histórica que tenemos con España hace que lo que sucede en la política de ese país no nos sea indiferente. Por eso los resultados de las últimas elecciones generales españolas nos plantean temas que merecen atención. Uno de ellos es el espectacular despegue del partido Vox. Algunas personas opinan espantadas que es un movimiento de “extrema derecha”. Como lo he demostrado repetidamente, clasificar a los actores políticos con base en las categorías “izquierda” y “derecha” es una vaciedad que no significa nada, con la que se conforman mentes simples. También se oye decir que son ‘fascistas’, lo que ya es algo. Por el otro lado, he visto a liberales entusiasmarse con Vox, puesto que el agua chirle socialdemócrata del Partido Popular y otros partidos españoles conservadores no les satisface. Veamos entonces qué tan liberal o qué tan fascista es Vox.

Como todos los conservadores españoles, Vox está obsesionado con el separatismo. Propone disminuir las competencias de las autonomías y enfatiza en la preeminencia de la lengua española. Esta no es una postura liberal de ninguna manera. Aunque no plantea nada parecido a una dictadura ni a un Estado totalitario, ciertos rasgos de su ideario tienen resemblanzas fascistas, tales como su nacionalismo expresado en una anticuada veneración de los símbolos patrios, una visión irredentista del territorio de Gibraltar y la creación de privilegios para los militares. Como otros movimientos similares, trata de explotar una situación de miedo y desprotección. El esperpento con el que quiere espantar a los españoles es la inmigración ilegal, que amenazaría con ahogar a la población española original en una marea oscura e infiel. Para parar a este demonio proponen la deportación de todos los migrantes ilegales, la construcción de muros en las ciudades africanas de Ceuta y Melilla, y una política de estimulación de la natalidad entre los auténticamente españoles. Añaden que la lucha contra el fundamentalismo islámico debería hacerse por vía militar, incluso fuera de España. Todo esto es inaceptable desde un punto de vista liberal, pero aciertan al proponer como solución la promoción de la libertad en los países donde se originan las corrientes migratorias.

Algunos postulados económicos de Vox se acercan a una visión liberal, como la reducción del gasto público, de los impuestos y de las normativas. Hasta allí muy bien, sin embargo luego hablan de imponer una reindustrialización y un proceso de cooperación empresa-Estado. Esto se parece demasiado al fascismo. En síntesis, es una propuesta inaceptable para la gente de verdadero pensamiento liberal. De todas manera no se puede negar que los partidos tradicionales se han dejado llevar por la avalancha de corrección política y de buenismo haragán que infesta a todo el mundo, pero en especial a Europa. Me extraña tanto que en ese continente, cuna de la república moderna y del pensamiento liberal, no haya ningún partido con significación política que sostenga estas ideas con coherencia y entereza. Ante esa ausencia, la gente se vuelve hacia sucedáneos peligrosos, como Vox en el caso español. (O)