Las elecciones siempre despiertan dudas en diversas regiones (sucede en todas partes del mundo) sobre lo justo (¿injusto?) de los impuestos y gastos estatales, con la pregunta ¿mi provincia aporta más o menos de lo que recibe del Gobierno?

Empecemos por una duda similar a título personal: ¿recibo más o menos de lo que aporto? Vale recordar que (simplificando) hay tres tipos de gastos estatales. Uno, los generales que cumplen la función de hacer cosas que los ciudadanos no podemos cada uno por nuestro lado, como seguridad, justicia, relaciones internacionales, etcétera. Dos, los de redistribución; para ayudar en áreas prioritarias a la gente que menos oportunidades tiene, como salud y educación. Tres, actividades que podría no asumir pero lo hace, como telefonía, electricidad, metro, etcétera.

Para los primeros, todos deberíamos pagar por igual porque recibimos el mismo servicio (aunque siendo más precisos la valoración depende de cada uno: por ejemplo, no todos valoramos la seguridad de la misma manera). De hecho no sucede, porque no todos pagamos proporcionalmente los mismos impuestos.

En los segundos (redistribución), por definición no puede haber esa igualdad: unos pagan más para ayudar a los que menos tienen. Más bien la dificultad es doble. Por un lado, hay gastos que no llegan a los más pobres sino también a las clases altas, por ejemplo, el subsidio a los combustibles, becas en el exterior que recibieron familias de ingresos altos que igual hubieran mandado a sus hijos con sus propios fondos (la justificación era “yo debo beneficiarme de una parte de los impuestos que pago”… Justamente no, esos impuestos son para los que menos tienen, si no es mejor no cobrarlos). Por otro lado, porque hay una enorme cantidad de gastos que no ayudan a nadie, pero afectan negativamente a todos.

Tercer rubro de gastos, innecesarios porque otros lo harían mejor. Se gasta en gran medida con base en intereses electorales de los gobiernos y presiones políticas de cada uno (la esencia de la política es presionar para obtener más que los demás “quien no llora, no mama”). Sucede a nivel nacional y personal. De paso mencionemos que algunos dirán: ejemplo, si el metro lo construyen los privados, será demasiado caro para la gente. Respuesta: ahí interviene el segundo tipo de gasto, se puede subsidiar para apoyar a la gente de más bajos recursos, pero hay mecanismos para evitar que el Gobierno lo haga, lo administre y se endeude. En todos los rubros, pero sobre todo en este tercero, es donde entra el tema provincial: ¿por qué otras ciudades tienen más apoyo para obras que la mía? Una razón es que hay provincias más pobres (segundo tipo de gasto), pero sobre todo depende del peso político. Por eso es importante la descentralización: menos recursos manejados a nivel nacional y más a nivel local, porque los gobernantes están más cerca de la gente, conocen más sus necesidades… ¡y pueden ser más controlados! Pero debe ser bien implementado, para que no haya despilfarro local que luego se traslada a nivel nacional y que los ciudadanos sean realmente participativos... ¡no es tan obvio! (O)