Una de las reflexiones más interesantes que pueden surgir una vez conocidos los resultados electorales del día de mañana tiene relación con la posibilidad o no de que terminen siendo determinantes en las aspiraciones presidenciales de varios políticos con cara al 2021; en ese escenario, hay quienes consideran que los resultados de la jornada no tendrán una influencia decisoria por una serie de factores, por lo que de ninguna manera podrían utilizarse como referente definitivo al momento de que se vayan encaminando las distintas opciones de los posibles presidenciables.

Por el otro lado, se plantea la tesis que estas elecciones sí marcarán un derrotero claro al reafirmar o no liderazgos políticos, al menos en determinadas regiones, toda vez que salvo una sorpresa importante, no se prevé que una fuerza política específica aglutine un respaldo nacional mayoritario, factor relevante al momento de realizar las debidas proyecciones; en esa línea, es probable que determinados partidos o agrupaciones sumen un número importante de alcaldías y prefecturas, pero como indicaba no existirá un triunfo preponderante a nivel nacional, lo que insisto podría provocar cierta distorsión al momento de realizar cálculos futuros. Otro de los señalamientos sugiere la posibilidad de que un magro resultado electoral a su vez merme de forma significativa las posibilidades electorales de un candidato para el 2021, análisis válido pero que tampoco termina por encuajar de forma absoluta en una ecuación política, pues puede que al partido no le vaya bien en las elecciones de mañana y, sin embargo, su principal exponente siga manteniendo intactas sus aspiraciones presidenciales. La política es así de antojadiza en ocasiones.

Por otra parte, usualmente se plantea la posibilidad de que luego de un proceso electoral surjan figuras y nombres que podrían alimentar la idea de una renovada disputa presidencial para el 2021, sin embargo no se vislumbra la aparición de un actor político con el suficiente peso y vértigo en el futuro inmediato, lo que contribuye a la idea de que de aquí al 2021, la posibilidad de que aparezca un político nuevo con un ascenso fulgurante sigue siendo marginal. Sin embargo no debe descartarse la posibilidad de alguna sorpresa, especialmente en tiempos en los cuales se analiza la era de la “incertidumbre radical” en alusión al fenómeno que incorpora “resultados totalmente imprevistos o cuando menos descartados previamente por quienes hasta entonces siempre habían acertado en sus pronósticos”, con la particularidad que tales sorpresas electorales no han seguido un patrón claramente definido.

Eso contribuye a dar fuerzas a la idea de que la carrera presidencial del 2021 está lejos de definirse, al menos por ahora; en todo caso hay una serie de creencias y suposiciones respecto al tema electoral inevitablemente superadas con el actual vértigo político: hace algunos años, la ausencia de triunfo electoral en cualquiera de las tres ciudades más importante del país hubiese sido sinónimo de debilidad y desconcierto ante la expectativa del 2021. Veremos qué ocurre ahora.(O)