Un día de esta semana al tomar la avenida Juan Tanca Marengo, un vigilante de tránsito ubicado en la esquina opuesta del semáforo que estaba en rojo, claramente me dio indicaciones de que continúe manejando mi vehículo; sin embargo, me detuvo manifestándome que había cometido una infracción al cruzar con semáforo en rojo; al reclamarle, pues interpreté que me estaba autorizando seguir, con poca cultura lo que me supo decir es que me estaba filmando y que interponga mi reclamo cuando reciba la multa. Claro, si la cámara también filmara sus confusos movimientos, con ello se demostraba su error.
Es muy común ver no solamente uno sino hasta tres vigilantes en los cruces de las vías donde están funcionando los semáforos, que muchas veces hay que parar para saber interpretar los movimientos de los vigilantes, que hacen con las manos y brazos, pues no se sabe si hay que detenerse o continuar. Peor aún, muchos de los lectores habrán visto vigilantes con sus teléfonos en las manos, y no creo que con eso están dirigiendo el tráfico. Si los semáforos están en funcionamiento, qué objeto tiene ubicar vigilantes, cuando en otros lugares hay cruces de vías que no solo los conductores deben hacer malabares para cruzar, sino hasta los peatones esperan para a la carrera cruzar, con alto riesgo de atropellos como en efecto han ocurrido. Es ahí donde los vigilantes deben ubicarse, no en sitios que sí hay semáforos.
Definitivamente existe mala distribución del cuerpo de vigilantes y su función es muy clara: dar un servicio para un ordenado y eficiente tráfico, mas, no reemplazar semáforos si estos están en funcionamiento.(O)
Manuel Navia Murgueitio,
ingeniero, ex director ejecutivo de la anterior Comisión de Tránsito del Guayas; Guayaquil