Pocos temas desatan tanta polémica y debates en los círculos científicos de la salud, como la verdadera utilidad de las hierbas en el tratamiento farmacológico de enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, cáncer y epilepsia. Los registros más antiguos del uso de las hierbas remontan al siglo III a. C., los antiguos sanadores usaban hierbas, masajes y acupuntura.

La medicina occidental moderna que promueve la práctica de la medicina basada en la ciencia, medicina basada en la evidencia, cuando no encuentra alivio en la medicina occidental alopática busca los tratamientos tradicionales ancestrales en la fitoterapia, remedios hierbales, porque son más baratos que los medicamentos de la industria farmacéutica. Las plantas medicinales solo son un complemento al tratamiento farmacológico y no una cura, no hay ninguna planta medicinal que se conozca que pueda sustituir al tratamiento farmacológico de enfermedades crónicas. El problema de los remedios hierbales es en el cultivo de las hierbas, producir hierbas de grado medicinal es muy difícil y peligrosa por el riesgo de contaminación y confusión de las hierbas. La potencia química de cada especie puede variar, dependiendo de muchos factores: de los minerales que tenga la tierra donde se sembró, como, por ejemplo, el exceso de cadmio es tóxico, la altitud en que se cultivó, por ejemplo, la amapola, cuándo y cómo se cosecha. La presencia de subespecie pueden contaminar y confundir, pudiendo ser idénticas en la apariencia visual macroscópica y cambio en su eficacia química por ser diferentes. Las plantas pueden ser reconocidas a través de sus flores y hojas, pero no secas y mezcladas. A la ciencia se le olvida que uno de los medicamentos más efectivos científicamente hablando, la aspirina, proviene de la medicina tradicional. Los antiguos egipcios usaban hojas secas de árbol de mirto para tratar dolores. Hipócrates, médico griego del siglo IV a. C., padre de la medicina occidental, recetaba un extracto de la corteza del árbol de sauce para la fiebre. Pero no fue hasta el siglo XIX que los científicos europeos descubrieron que el ingrediente activo de ambos árboles era el ácido acetil salicílico, y lo sintetizaron. En conclusión, el consumo de productos hierbales debe tener un control fitosanitario, por el riesgo de intoxicación de productos adulterados y para evitar la contaminación del producto por metales pesados, pesticidas y microorganismos como bacterias y hongos. Hoy la fitoterapia está de moda y el uso de plantas o hierbas medicinales no está exento de efectos adversos y problemas colaterales sobre la salud. Las plantas medicinales hierbales deben cumplir estándares de calidad y eficacia, como control de seguridad, como los medicamentos.(O)

Jaime Benites Solís,

doctor en Medicina, Guayaquil