Los ecuatorianos nos encontramos abocados a elegir miembros de un Consejo de Participación que ha sido durante una década el instrumento de la tiranía; desde allí se designó a toda suerte de incondicionales del Gran Hermano que deshonraron las funciones públicas y se enriquecieron desvergonzadamente. Muchas gentes honradas y patriotas están conscientes de que tal Consejo debe desaparecer, pero están divididas en la manera de reaccionar: unas proclaman el voto nulo con el objetivo principal de que se elimine de la Constitución al Consejo de Participación; si el voto nulo es muy alto se puede presionar al presidente de la República para que convoque a una consulta popular para al menos eliminarle la facultad de designar a altos funcionarios como fiscal, contralor, procurador, tribunales electorales, Consejo de la Judicatura, etc. Otras, temerosas de que pudieran ser elegidos candidatos correístas, están buscando con lupa, como agujas en un pajar, candidatos no contaminados con el correísmo, para pedir, mediante las redes sociales, el voto por siete candidatos; como los candidatos son desconocidos, los ciudadanos irían a escoger, en tres papeletas distintas, con una lista personal, armados de una polla; solo Dios sabe cuántas recomendaciones se harán a través de las famosas redes sociales. Creo que el esfuerzo tendría un efecto difuso, desperdigado, que únicamente conseguiría consagrar un apoyo a la existencia del perverso Consejo. Además, los votos por los candidatos serán reducidos, tanto porque son desconocidos, cuanto porque los electores prestarán mayor atención a los candidatos a las dignidades seccionales.

Creo que la única vía con posibilidades de éxito y objetivo claro y congruente es la del voto nulo. Si los votos nulos superan a los positivos de los candidatos, puede anularse la elección, pero aún si eso no se consigue, una muy significativa presencia del voto nulo justifica la lucha para pedir un referendo. Y voy a decir lo que parecerá una barbaridad: si ganan candidatos correístas, mejor, porque el presidente Moreno comprenderá el peligro y podrá llamar a una consulta popular para desdentar al Consejo quitándole sus facultades nominadoras de altos funcionarios. Los miembros del Consejo son elegidos por cinco años, es decir, tres más allá del término del actual periodo presidencial.

El presidente Moreno creyó que el Consejo sería un dechado de virtudes con solo establecer que sería elegido por voto popular; no es la forma de elección el mayor problema, sino su naturaleza, que destruye el principio de separación de poderes. Se equivocó rotundamente y debería corregir su error convocando un plebiscito para quitarle las facultades nominadoras. El propio presidente del Consejo Transitorio, Julio César Trujillo, sentenció que el Consejo no sirve para nada.

Desde que era muy joven comprendí que solamente se puede transigir en asuntos materiales, no en espirituales, en los de principios, porque estos son sagrados. Víctor Hugo decía que el derecho no puede estar, como el coloso de Rodas, con sus pies en dos orillas. Los que creemos que el Consejo es una aberración, no debemos aceptar una transacción: debemos votar nulo, atrevernos a ser libres, otra vez. (O)

El presidente Moreno creyó que el Consejo sería un dechado de virtudes con solo establecer que sería elegido por voto popular; no es la forma de elección el mayor problema, sino su naturaleza, que destruye el principio de separación de poderes. Se equivocó rotundamente y debería corregir su error convocando un plebiscito...