Mitad de los corazones que laten en el mundo, inundado por sus lágrimas de viejos dolores, embellecido por su ternura, fortalecido por su inteligencia y firmeza. Son madres, hermanas, esposas, hijas, sobrinas, cuñadas, amigas, compañeras de trabajo, peregrinas en el camino, sol de la existencia que nunca muere, fuente de amor, blanco de la dulzura del hombre cuando se despoja de su armadura.

La mujer metía sus manos en la tierra y aseguraba el alimento de la tribu, lo que el varón cazador y pescador no siempre lograba. Era reconocido su trabajo. El desarrollo de las condiciones productivas hizo que el hombre ocupara un puesto dominante en la sociedad y empezara a mancillar a la mujer.

La mujer fue creada de una costilla, cuando el hombre se sintió solo y los animales no le eran suficiente compañía, tentó al primer hombre y dañaron su reputación. Pablo le dijo a los corintios que la cabeza de la mujer es el hombre, que debe guardar silencio en la congregación. A Timoteo le manifestó que la mujer no debía enseñar. Era el mismo Pablo que decía que el amor no se regocija con la injusticia, sino con la verdad. Lutero expresó que no importaba si las mujeres morían cuando parieran, porque para eso existían. Inclusive hombres sabios como Erasmo sostenían que la mujer era un animal inepto y estúpido y Rousseau creía que la mujer debía ser educada para el placer. Hasta los dioses la azotaban: Apolo decía que la mujer no era más que el surco inerte donde el hombre echaba su semilla.

Las leyes hicieron lo suyo. El Código de Hammurabi mandaba que, si la mujer hablaba mal de un hombre, su boca debía ser destrozada con un ladrillo ardiente. En Ecuador, recién en 1897 la Constitución reconoció implícitamente su calidad de ciudadana, pero solo en 1924 advirtió que podía votar, cuando la Dra. Matilde Hidalgo quiso inscribirse para hacerlo. En 1929 ya fue expreso el reconocimiento. Hasta 1986, legalmente, la mujer debía obediencia al marido, quien podía obligarla a seguirlo adonde él quiera. Los hijos estaban sometidos a la autoridad de este, administraba la sociedad conyugal, podía dar muerte a su hija, esposa, hermana o nieta, si la sorprendía en “acto carnal ilegítimo”. Es que era el custodio del honor familiar. Por ello los hermanos Vicario en la novela de García Márquez se sintieron en la obligación de matar al presunto responsable de la pérdida de la virginidad de su hermana, devuelta en la primera noche de boda.

Pero ningún atropello es eterno. Las mujeres empezaron a luchar por el derecho al sufragio. Cuando la industria las sacó de su casa, las más ricas pudieron disponer de su tiempo, las de la clase media se hicieron profesionales y las pobres, obreras, con el trabajo doméstico encima, como ahora. Su mano de obra fue demandada por barata. Lucharon por menos horas de labores, mejores salarios, protección de ellas y sus hijos. Entendieron que necesitaban trabajar, para obtener independencia económica del marido.

Fundada la URSS, abolió todas las leyes que oprimían a la mujer, estableció la igualdad de sus derechos con los del hombre. Salario igual (antes ganaba la mitad), derecho a vacaciones, a licencia previo y después del parto, eliminó la diferencia de derechos de hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio.

Hubo mujeres y hombres que lucharon heroicamente en la revolución francesa, en la Comuna de París, protestaron contra la primera guerra mundial, defendieron la patria soviética frente a catorce países que luego de la revolución la invadieron y después contra el fascismo, siendo ellas la mayoría que tuvo que levantar la nación de los escombros, con hambre y polvo en sus rostros.

Ahora, en 18 países la mujer requiere venia del marido para laborar. En 19 la ley le obliga a obedecerlo. El 90% de países tiene al menos una ley discriminatoria contra ella. Están excluidas de muchos trabajos por simple capricho masculino. En 59 países no hay leyes contra el acoso sexual en el trabajo. Las mujeres perciben una remuneración 20% menor que los hombres en 70 países, incluido Ecuador, donde la tasa de empleo de estos es del 46,8%, mientras que la de ellas es de 29,9%. En los países de menores ingresos, es mayor la brecha en las trabajadoras peor remuneradas. En los últimos cuatro años, se presentaron en Ecuador 21.451 denuncias por violación a mujeres y cada tres días son asesinadas por violencia machista.

Mas las mujeres se movilizan: en Israel tiñen de rojo el agua de las fuentes para protestar por la inactividad oficial frente a las agresiones que sufren; en Corea del Sur reclaman por la instalación de cámaras secretas que graban su intimidad en baños y otros lugares. Millones se movilizarán el 8 de marzo en el planeta para bregar por sus derechos, de los inmigrantes, de los pobres. No a los estereotipos de la mujer superficial, interesada en el dinero que gana el marido que no la deja trabajar, objeto sexual. Sí a una educación liberadora, que respete su libertad. (O)