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Escribo hoy en contra de ese yo interno que me desaconseja hacerlo, mas creo necesario unirme a las voces de gente preocupada por el presente y futuro del país para manifestar criterios que coinciden con aspiraciones de gente de bien.

La crisis económica heredada es gigantesca. Cada día pagamos sus consecuencias mientras sus hechores, con desfachatez y cinismo, se regodean dentro y fuera del país. Bueno fuera que aquí terminasen nuestros males y que todo se redujera a estrategias para pagar deudas y generar recursos, pero no. Existe algo más doloroso. En algún recodo del camino perdimos nuestro rumbo. Vamos a la deriva.

Lo bueno de ayer, hoy es malo; y lo malo es bueno. Ayer quien mataba era un homicida; quien violaba, un degenerado; quien ultrajaba a sus padres, un desalmado; quien robaba, un ladrón. ¿Por qué hoy se agrede con saña y se busca herir o terminar con una vida? ¿Por qué ahora se reúnen a pie o en vehículos para sorprender, para amedrentar, para violar, para robar en clara demostración de fuerza, sin escrúpulos ni temor, en masa, sin nada ni nadie que los detenga? Aquella frase de ayer ‘Sin Dios ni Ley’ recobra su vigencia. Quien desconoce las leyes o conociéndolas las conculca está retratado en la descripción que hace Rodrigo Borja en su Diccionario de la política: “La anomia produce un estado de descomposición social muy peligroso porque se desvanecen los parámetros más elementales del comportamiento social y las personas terminan por no distinguir lo lícito de lo ilícito, lo permitido de lo prohibido, lo bueno de lo malo”. La corrupción de los mandos políticos, añade, causa el deterioro de los valores ético-sociales en que se sustenta la vida de la sociedad.

Declaraciones del ministro Milton Luna presagian el rescate de instancias educativas de innegable valor perversamente desechadas o arrinconadas por una turba que en diez años pretendió refundar el país arrasando con décadas de esfuerzos sensatos en pro de una correcta educación de nuestra niñez y juventud; son sus palabras: “El Ecuador está pasando por una grave crisis política y económica, agravada por una descomposición social, ética y moral, que últimamente se ha desbordado…”. Moral y Cívica o Ética y Cívica: entonces, bienvenidas al pénsum.

Roberto Passailaigue B., rector-presidente CIFI UG, en su ‘Manifiesto a la ciudadanía’, entre otras cosas, pone el dedo en la llaga: “La violencia contra la mujer, el femicidio, agresión, maltrato, acoso y abuso sexual hacia niños y seres humanos de ambos sexos deben ser combatidos sin tregua, educando a los jóvenes y a los ciudadanos en una cultura de paz, respeto, orden y derecho; fomentando la igualdad de condiciones y oportunidades entre hombres y mujeres, la no discriminación, por asuntos políticos, de raza, sexo, religión, nacionalidad, condición económica, social, preferencia sexual o de cualquier otra índole”.

Bien por el ministro Luna Tamayo, el cambio de rumbo es apremiante, pero ¿qué hacen o harán los padres de familia en sus hogares?

“Todos quieren una educación de calidad para sus hijos, pero nadie dice: Voy a educar bien a mi hijo en casa”. A. A.

(O)