El cúmulo de hechos trágicos, realizados con crueldad y ensañamiento, que han ocurrido recientemente, tienen a los ecuatorianos en estado de estupor y perplejidad. Al parecer, solo se vislumbra la calle como vía para exigir que cese esta especie de descontrol y que se actúe en pro de recuperar la tranquilidad social.

No solo es que la delincuencia se intensifica y que los ataques son cada vez más execrables y deshumanizantes. También es parte de la violencia la respuesta enardecida de personas que buscan hacer justicia por mano propia, incrementando el clima de arbitrariedad. La injusticia no puede provocar más injusticia.

Son muchos los actores y las motivaciones de la violencia, pero esta puede contenerse, regularse y disminuirse; por tanto, desde la sociedad y desde el Estado deben surgir los correctivos.

En general, se debe hacer conciencia de que debemos propender a actuar con decencia, respetar las leyes y hacer respetar las leyes, si queremos recuperar la paz y el orden.

Los reclamos deben efectuarse ordenadamente y el Estado debe responder con acierto, garantizando la correcta administración de justicia. Solo así la sociedad saldrá fortalecida. (O)