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No se trata del éxito musical grabado en 1952, dirigido por Stanley Donen y Gene Kelly. Ni de la inmortal actuación de Gene Kelly en Singin’ in the Rain. Es el posible guion de un inédito cortometraje que bien podría grabarse en ciudadelas y barrios periféricos de los cantones de la península de Santa Elena; algunos elementos de su libreto, extraídos de recientes experiencias.

Ubicación: amplia gama de opciones. Carolina, Puerta del Sol, Geranios, las Conchas y las Dunas municipales, La Milina, Velasco Ibarra, Costa de Oro, Sol y Mar, etcétera, viejas urbanizaciones abandonadas a su suerte donde un día se detuvo el tiempo. ‘En verano se traga polvo y en invierno se maja lodo’ en estas comarcas.

Artistas: protagonistas son las autoridades de las últimas décadas; además, la naturaleza y sus estrellas: la tierra, la soledad, el viento, el mar, el sol, el polvo y la lluvia junto a su amigo el barro. He recorrido algunos escenarios para la filmación durante sesenta minutos, luego de cinco horas de lluvia de regular intensidad; lo hice de lindero a lindero, de Las Conchas municipales hasta Los Geranios.

Dos imágenes vinieron a mi mente: la primera, aquella de los espantapájaros plantados en los campos de maíz y trigo, forrados con harapos; la segunda, mi camisa rota que zurcía magistralmente mi abuela de tal suerte que al final eran más los parches que el lienzo original. De manera similar se ven las calles: llenas de lodo pegajoso y resbaladizo, charcos de agua a los costados, vías con cascajo humedecido, parches de asfalto, soledad, ocho gallinazos en su tarea, un carro blanco y viejo abandonado en la calle; alegría por la llovizna; temor por aguaceros pronosticados; ausencia de canes callejeros; calles transitables, otras que deben evitarse. La iglesia de Santa Ana se ve triste como un templo abandonado a su suerte. El libreto de este utópico cortometraje está por escribirse.

En estos días empieza a repetirse en la península de Santa Elena la historia de promesas y juramentos de sacrificados y entusiastas candidatos a diversas instancias de poder. Es la hora de las visitas, del interés por la suerte de las ciudadelas. ‘Yo te prometo, busca quien te dé’ es la carta bajo la manga de tantos que buscan en la política un seguro de vida. Quienes triunfen disfrutarán de su éxito. Las ciudadelas y barrios, nuevamente, habrán sucumbido a cantos de sirena pues se acostumbraron a hacerlo, por aquello de que ‘es necesario esperar contra toda esperanza’. Es el Ecuador que no camina, tampoco va sobre ruedas. Está en reversa.

Seguiremos cantando bajo la lluvia de un invierno que hace sus pinitos. Han pasado muchos años de provincialización. Hay nombres que terciaron y vuelven a terciar por una dignidad. Adéntrense, por favor, amables lectores, algunas cuadras a la derecha o izquierda de la carretera que cruza Santa Elena, La Libertad y Salinas. Verán que lo descrito es un pálido reflejo de la realidad. Anconcito, Ancón, Atahualpa o Ayangue cojean de ‘la misma pata’. ¿Existen planes, provinciales o municipales, de planificación urbana, quizá? No caben enojos. ‘Res non verba’. (O)