Al parecer, a último minuto, el Gobierno del Ecuador decidió apoyar la Resolución de la OEA que declara ilegítimo al nuevo gobierno de Venezuela. La víspera de la votación, el presidente Moreno solamente nos anunció que no enviaría una delegación oficial a la posesión de Maduro, pero nada nos dijo sobre la votación en la OEA, al día siguiente. Bien por esa decisión, que marca un nuevo rumbo en la política internacional del Gobierno ecuatoriano y una separación saludable de los gobiernos sanguinarios que se aferran al poder en América. No nos parece necesario que en esa sesión el Ecuador haya pedido “la reanudación de un diálogo de buena fe”; ni que, sin necesidad, se haga hincapié en mantener las relaciones diplomáticas; las relaciones consulares sí, pues son absolutamente necesarias para los dos países. En la Resolución a la que el Ecuador apoyó, se declaró ilegítimo al gobierno de Maduro, se urgió a adoptar, entre otras, medidas diplomáticas para restituir las instituciones democráticas, y se hizo un llamado a que se realicen nuevas elecciones presidenciales lo más pronto posible y con observadores internacionales. Maduro se ha pasado engañando al mundo con sus invitaciones al diálogo, se ha valido hasta del papa para lograrlo, siempre sin resultado, porque lo que pretende esa asociación criminal que se ha apoderado de Venezuela es perpetuarse en el poder a fin de no rendir cuentas. Hace cuatro décadas, varios países latinoamericanos, para solucionar el infierno que se vivía en Centroamérica, formaron el Grupo de Contadora, que se amplió luego con otros países en un Grupo de Apoyo y que contribuyeron grandemente a la solución de ese grave conflicto. Esos mismos países, casi todos, integran ahora el Grupo de Lima, que desconoce a Maduro. Lo más sensato y práctico sería que el Ecuador se integrara a este Grupo; en solitario, Ecuador poco puede conseguir; la romántica propuesta ecuatoriana, el año pasado, para la repetición de las elecciones en Venezuela, cayó en el vacío, nadie le hizo caso. La situación política es muy grave y empeorará progresivamente. Al no existir un gobierno legítimo, la Asamblea Nacional, que sí fue legítimamente elegida, ha resuelto, de acuerdo al artículo 233 de la Constitución, que su cabeza sea el presidente interino, quien deberá convocar a elecciones para elegir al titular.

La situación en Venezuela se agravará día a día. En la práctica, existen dos bandos. En la Asamblea y el presidente Guaidó reside la legalidad, pero Maduro tiene la fuerza, todavía. La OEA tiene que acorralar a Maduro con medidas económicas, políticas, diplomáticas. Ya han fracasado todos los intentos de diálogo, no solo del papa, sino las de exjefes de Estado de Europa y América. El presidente interino necesita apoyo internacional para conformar un gobierno transitorio de unidad. Nos alegramos de que el Ecuador haya rectificado su posición anterior y haya votado por la Resolución de la OEA. Eso le honra. Hoy debería actuar en coordinación con los países que rechazan al gobierno de Maduro; las acciones en solitario tendrían poca o ninguna efectividad. Debemos integrarnos al Grupo de Lima. (O)