Ya no es novedad que día a día surjan presuntos casos de corrupción dentro de la Asamblea, es más, ahora vendría a ser raro que fuera lo contrario; sin embargo, es necesario –independientemente de la importancia de la autodepuración dentro del Poder Legislativo– que la Asamblea vuelva su mirada hacia su rol principal, el de la legislación y cuyo accionar no se vea estancado solo en el rol fiscalizador.

Últimamente la Asamblea ha sido un poco más productiva, pero eso no es excusa para que una reforma urgente, por ejemplo, al Código Orgánico Integral Penal (COIP) en materia de endurecimiento de penas, dado los altos índices de delincuencia o ciertas reformas como al procedimiento abreviado, que dan lugar a penas irrisorias y una vez cumplidas los responsables de las infracciones salen a disfrutar de lo mal habido; tenga tantos meses sin ser tratada olvidando la importancia de su debate. La Asamblea debe respetar la voluntad popular y cumplir con el llamado de sus mandantes, por poner ejemplo en materia de seguridad, haciendo cambios para el bienestar de la ciudadanía, y no solo enfocar su labor en combatir la corrupción puertas adentro.(O)

Andrés Fernando García Albán,

ingeniero en Marketing, Guayaquil