La última vez que el país escuchó la noticia sobre autos eléctricos fue cuando se promocionó a inicios del 2017 la instalación de una fábrica en la “ciudad del conocimiento”, Yachay. Se anunció una inversión multimillonaria y la presencia de empresas de renombre internacional. El tiempo develó el estado de propaganda que se vivió en el país en el gobierno de Rafael Correa.

El actual vicepresidente de la República, Otto Sonnenholzner, como parte del anuncio del incremento de la gasolina mencionó como medida de compensación a la clase media la posibilidad de la compra de vehículos eléctricos con créditos preferenciales. El concepto de introducir tecnologías de futuro, más allá de la coyuntura de la subida de los combustibles, es positivo; pero si no se planifica adecuadamente, los resultados no serán alentadores. El mundo mira los autos eléctricos como una solución a los combustibles fósiles, la infraestructura necesaria para la carga, es importante pensarla, y la instalación de electrolineras debe obedecer a un estudio, así como la compatibilidad de tecnologías, el desarrollo y la introducción progresiva. Lo sensato si se quiere promocionar la sustitución de los autos con combustibles líquidos por los de tecnología eléctrica es que debe ser tratada con cabeza fría para no caer en el fracaso. Si bien por el momento tenemos electricidad para atender nuevos requerimientos, este tipo de proyectos obliga a pensar en una adecuada institucionalidad, implantar reglas claras; si no queremos promover monopolios o comprar “humo” de hábiles comercializadores internacionales. El otro aspecto que se debe cuidar es la industria eléctrica, léase generación, transmisión y distribución; pues estamos aún en un periodo de estabilización; su sostenibilidad está amenazada por decisiones políticas, pues la historia nos ha enseñado que el precio que se paga por la electricidad no obedece al costo real sino al grado de intervención política de los gobiernos. Sin un sector eléctrico creciendo sólidamente, con inversiones que aseguren el abastecimiento futuro, los nuevos requerimientos de energía pueden ser un problema.(O)

Roberto Carrión Cevallos,

ingeniero eléctrico, Quito