Es fácil notar en la gente lo estresada y agobiada que anda en su diario vivir –sobre todo este año con malas noticias en el ámbito económico y conflictos sociales–, preocupada por presentar el 31 de diciembre una gran cena a la familia.

Ya no se piensa en lo espiritual sino en lo material, y agravado aún más en las facilidades tecnológicas que tenemos hoy en día (el teléfono celular, el internet) esa facilidad e inmediatez de poder enviar saludos, fotos, notas de voz por redes sociales; han enfriado de sobremanera las relaciones interpersonales. Ojalá en fin de año podemos compenetrarnos más en familia razonando que más valioso es un abrazo caluroso, un beso lleno de amor, que la ropa o cosa material, y más aún es importante el compartir en persona de una buena conversación recordando anécdotas, escuchando risas. Dejemos por varias horas a un lado nuestros aparatos electrónicos, apaguémoslo para compartir, para ponerle atención a nuestros padres, hijos, abuelos, sobrinos, amigos; volver a sentir más humanos, más espirituales, con amor, con solidaridad, apartando el agobio económico que podamos tener. Que el 2019 sea un mejor año para cada uno de los ecuatorianos, ojalá sea lleno de buenas noticias, trabajo y progreso para todos; que los gobernantes nacionales y seccionales se dediquen a trabajar por los ciudadanos y no solo por sus grupitos de amigos y panas; que la corrupción ya no campee en todos los ámbitos; que el país sea más justo, bello y mejor. Que Jesús sea el centro en nuestros corazones con amor y paz, y que todos esos buenos sentimientos duren todo el 2019.

A todos los lectores y al Diario EL UNIVERSO les deseo feliz y próspero 2019.(O)

José Xavier Bohórquez Gilces,

ingeniero comercial, Guayaquil