¡Hasta cuándo los ecuatorianos tenemos que darle de comer, pagarle la energía eléctrica, el servicio de internet, limpiar la caca de su mascota y todo lo que implica la estadía en nuestra Embajada en Londres al audaz, atrevido, mal agradecido e irrespetuoso Julian Assange!

Entre otras cosas, Assange hasta se ha paseado en patineta, donde flamea nuestra bandera nacional; ha puesto en riesgo nuestra relación política con países amigos; nos ha dado órdenes; nos ha minimizado como país; pone condiciones y llega al colmo de demandarnos para obligarnos a que le garanticemos su estadía y su libertad. Todo esto da lugar a concluir que ha intimidado a las altas autoridades del país. Es incomprensible que a un sátrapa, en cantos de medianoche, le hayan concedido la nacionalidad ecuatoriana. ¿Hasta cuándo tenemos que estar sometidos a este individuo?, me pregunto. A más de sus cordiales relaciones con los exfuncionarios del gobierno que presidió Correa, ¿qué ha hecho ese hombre en beneficio del Ecuador para que siga gozando de las canonjías que le da la Embajada ecuatoriana en Londres? ¡Ya es hora señor presidente de la República, Lenín Moreno, que dé por terminado este escenario vergonzoso, nunca antes registrado en los anales del derecho internacional de la historia del Ecuador! A nivel mundial se nos ríen y ubican a este macabro individuo como minidueño de nuestro Ecuador. Para muestra de que reconocemos y somos respetuosos de los convenios internacionales hemos cumplido hasta la saciedad y no podemos hacer más por un alevoso que desafía al mundo desde nuestro terruño diplomático. De la manera enfática que dice nuestro presidente que va a poner orden casa adentro queremos que llame al orden a este tipo con ínfulas superfluas de dueño del mundo. Es un clamor nacional que el presidente Moreno lo ponga de patitas en la calle. El Ecuador entero se lo agradecerá y reconocerá como una acción valiente, al margen de lo que pueda ocurrir con los bufones que se llenan la boca con los “derechos humanos”.

Ecuador es primero, el resto, la historia lo dirá. Este triste episodio es público, ¿quién lo inició y cuáles fueron los protervos fines? Presidente Moreno, sáquenos de la vergüenza internacional, obligue a este individuo que devuelva los millonarios gastos que nos ha costado su nefasta estadía en nuestra embajada; con ese dinero podrían mejorar las cárceles del país.(O)

Carlos Emilio Pérez Weisson,

abogado, Guayaquil