En Entre Ríos, la más grande zona de La Puntilla que se convirtió en ciudadela cerrada desde hace muchos años para seguridad de los habitantes quienes pagan alícuota mensual, da impresión de ser tierra de nadie.

A las puertas del invierno y de las elecciones, y después de decenas de años de olvido, la Municipalidad de Samborondón efectúa trabajos de mejoramiento en dos avenidas principales de la ciudadela, la Vinces y la Guayas. Árboles robustos que daban sombra y oxígeno han sido reemplazados por escuálidos arbustos; peatones caminan por las calles ya que carros ocupan las aceras para parqueo en lanzadera, no se diga cómo pasa un coche de niño o una silla de ruedas. Se están construyendo parqueaderos laterales y la correspondiente acera, pero en ningún sitio se ve una rampa para ciudadanos que sufren discapacidad. Es error construir una jardinera a lo largo de la cuadra que resta espacio a la acera angosta, obligando al peatón a caminar pegado a los muros de las casas, en algunas de las cuales hay perros, con el consabido peligro. Esta jardinera impedirá el acceso de propietarios a sus viviendas, teniendo que saltar encima de la jardinera para ingresar o caminar hasta el final de la cuadra y regresar hasta la entrada de su casa; ¿qué pasará cuando tenga que mudarse, cómo va a sacar o ingresar los muebles? Las jardineras se convierten con el tiempo en depósitos de basura y hasta de excremento de animales.

Al obligar a parquear lateralmente, el Municipio de Samborondón olvida que en la ciudadela se adjudicaron permisos de construcción de condominios de dos y tres pisos, que dieron lugar a la concentración de muchos carros estacionados delante de los edificios; al obligar a estacionar lateralmente los vehículos, un condominio prácticamente tiene derecho a dos o máximo tres parqueos, ¿y el resto dónde parqueará? A esto añado que por falta de estricto control en las garitas, carros extraños a la urbanización, que usualmente pertenecen a personas de negocios en la avenida La Puntilla o la Primera, y del parque cuando tienen eventos; usan las calles de la ciudadela como parqueaderos y ahí no existen parquímetros.

Y la cereza del pastel la representa la sala de recepciones construida en el corazón de la ciudadela, en los predios del parque, en la cual se celebran fiestas hasta altas horas de la noche, viernes y sábados; algunas veces con animadores gritando para animar la fiesta. ¿Cómo esto puede ser posible en una ciudadela donde se paga para vivir mejor y tener tranquilidad? Precisamente escribí esta carta a las 02:30, pues los gritos de un animador de fiesta y la música me despertaron. Compadezco a los que viven enfrente de este lugar, pues sus fines de semana no serán nada agradables. Considero inaudito que se haya construido esta clase de negocio en una zona residencial donde velar por la paz y bienestar de los moradores debe ser la misión principal.

Estas quejas no han sido oídas por la Municipalidad de Samborondón, ni el Miduvi, etcétera. Espero que se dignen atenderlas.

El punto positivo de los trabajos de regeneración, es el soterramiento de los cables eléctricos y el mejoramiento del alcantarillado, obras que hubiesen podido ser llevadas a cabo durante el verano y no ahora que las lluvias empezaron.(O)

Nelly Lozada García,

avenida Samborondón